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lunes, enero 09, 2006

De todo hay en la viña del Señor

Dos pelis que he visto últimamente me han llamado la atención y no puedo dejar de comentarlas.


Una de ellas es Querida Wendy de Thomas Vinterberg (director de Celebración, absolutamente recomendable) con guión de Lars Von Trier. La cosa, pues, prometía. Sin embargo, aunque la peli empieza bien, con un planteamiento interesante, y se deja ver sin hacerse aburrida, al final desemboca en un disparate sin pies ni cabeza. Es una de esas películas que al terminar de verla no sabes si es la obra maestra de, en este caso, dos genios o una pueril tomadura de pelo. Yo me inclino por la segunda opción.

Dos últimos apuntes sobre esta peli. Primero, el escenario donde se desarrolla recuerda mucho a Dogville. Aunque aquí los edificios levantan más de un centímetro del suelo, es el mismo rollo de pueblo sin nombre en alguna parte de EEUU y que es una calle principal y poco más. Esto le resta mucha credibilidad al relato, pero también tiene su encanto, lo reconozco. Y segundo: desaprovechadísimo Bill Pullman. Este hombre parece que se ha quedado relegado a papeles secundarios y a productos televisivos de dudosa calidad. Una lástima.

La otra película a la que me refiero sí que me gustó. Hablo de El leñador. Esta película no puede dejar indiferente a nadie. Con una temática realmente dura y una perspectiva valiente es, sin duda, de lo más arriesgado del cine independiente norteamericano en los últimos tiempos.

El argumento gira en torno, no desvelo nada, a un pederasta en libertad condicional que intenta reintegrarse en la sociedad. Imagino que más de uno, sólo por el tema, no podría verla hasta el final. La reflexión es inevitable: vale que el objetivo de la cárcel es la reinserción, pero... ¿integraríamos en nuestro entorno a alguien con semejante pasado? ¿Confiaríamos en él? ¿Dejaríamos que se acercase a nuestras hijas?

Kevin Bacon, que soporta todo el peso de la película, está sencillamente genial. También me parece muy valiente por su parte haber elegido un papel que, si bien tiene una carga dramática importante, no despierta precisamente simpatías, ni lo va a convertir en el actor más popular del momento. Un oscar para Bacon, please.

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