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miércoles, octubre 25, 2006

Grandes Directores. Hoy: Richard Linklater

Hace no mucho hablaba de pasada en un post anterior de Julie Delpy, y de cómo entró a formar parte de mi Hall Of Fame personal por su participación en las películas Antes del Amanerecer y Antes del Atardecer, ambas de Richard Linklater.

Recuerdo que me enfrenté a Antes del Amanecer, casual e irónicamente, una madrugada de insomnio, cuando el astro rey estaba apunto de llamar a mi ventana. Lo cierto es que quería ver una película que me ayudara a conciliar el sueño, y la romántica historia de dos jóvenes paseando por Europa -según la sinopsis- me parecía perfecta para ello. Pero vaya sorpresa me llevé. Cuanto más romántica se volvía más interesado estaba yo: no pude dormir.

La película cuenta la historia de la noche perfecta que a todos -o por lo menos a mí- nos gustaría tener alguna vez: dos jóvenes que se encuentran por casualidad y que mientras pasean por la noche de Viena, y hablan y hablan de lo divino y de lo humano, comienzan a enamorarse. Y todo ello contra reloj, ya que ella parte a París y él a Estados Unidos al amanecer.

Técnicamente es una obra maestra, aunque el argumento es, a priori, muy sencillo, la fuerza está en los diálogos y en un guión -también de Linklater- perfecto. Tan perfecto como el ritmo que el director le da la película. Y eso por no hablar de los planos secuencia por las calles de Viena. En definitiva, rodada con sencillez, con gusto y con mucha honestidad -se me ocurre más de un director/a que podrían aprender de pelis como esta-.

Sorprendentemente lo mismo se puede decir de su secuela Antes del Atardecer, y digo "sorprendentemente" por aquello de que nunca segundas partes fueron buenas. No es el caso. Un guión más maduro -por lo que cuenta y por cómo lo cuenta- y, aunque diferente, igual de bueno que el otro. Hay que destacar que tanto Ethan Hawke como Julie Delpy -los protagonistas- colaboran en este guión en el desarrollo de sus personajes, lo que nos deja ver cómo los mismos actores han llegado a encariñarse o identificarse con ellos hasta querer influir en por dónde va la historia.

Antes del Atardecer transcurre varios años después y esta vez por París en vez de en Viena, y además en tiempo real -sí, sí, si la película dura 80 minutos lo que cuenta ocurre en exactamente 80 minutos, sin saltos en el tiempo-. Hay quien la ha criticado por considerarla innecesaria, y porque de alguna manera rompía la magia que se había creado al final de Antes del Amanecer. Desde luego que hacer una secuela era algo muy arriesgado y que las probabilidades de arruinarlo todo eran mucho mayores que las de salir airoso del experimento. Pero, a pesar de que con esta continuación, efectivamente, algo se pierde de lo que nos dejó la primera parte, hay que reconocer que el equipo Linklater-Hawke-Delpy sale más que airoso del trance dejándonos una obra maestra que yo personalmente les agradezco profundamente.

La otra gran película que he visto de este director es Waking Life. Quizá una de las más raras que yo haya visto. En ella Richard Linklater nos demuestra cómo es un maestro a la hora de escribir diálogos. A través de una consecución de conversaciones vertiginosas se abordan casi todos los grandes problemas de la filosofía y la existencia -en algunos momentos con un lenguaje muy técnico que puede hacer que más de uno se pierda-.

Normalmente yo criticaría este tipo de cosas tan pedantes o pretenciosas, diciendo algo así como que "si quieres hablar en serio de filosofía escribe un libro -o una enciclopedia, dada la extensión de los temas- y no lo hagas con una película de 90 minutos". Pero tengo que reconocer que está bien hecha, es interesante y hasta perturbadora en algún momento. Y por qué no decirlo, no es muy común poder ver una película seria que te haga reflexionar sobre ciertas cosas, y nunca está de más. Aunque es evidente que Waking Life no es para todo el mundo, yo no puedo dejar de recomendarla encarecidamente. Los más pedantes seguro que la disfrutan.

En el aspecto técnico la película también sorprende, ya que está rodada con actores reales y luego dibujando encima de los fotogramas, con lo que queda una mezcla entre película de animación y película normal. De hecho se puede distinguir perfectamente a los actores que hay detrás, como el caso de los antes mencionados Julie Delpy y Ethan Hawke que hacen un cameo, o el propio Richard Linklater que aparece en uno de los diálogos al final de la película.

Pero no todo son obras maestras en la filmografía de este director. The Tape, aunque claramente una obra menor, es una interesante cinta digna de mención. Sin embargo no se puede decir lo mismo de Una Pandilla de Pelotas -remake de una comedia del mismo título de los años 70- y de Escuela de Rock; ambas bastante flojas -eso sí, técnicamente correctas, que el vale vale-. Para ser justo con esta última he de decir que, dentro de su superficialidad, está entretenida y no es mala del todo, eso sí, siempre que la veamos en versión original -lamentable el doblaje a cargo del "niñato" de El Canto del Loco-. En fin, ya sabemos cómo funciona el mundo del cine: de películas como Waking Life no se puede vivir y de vez en cuando hay que hacer algo que tenga contento al estudio para que luego te dejen hacer lo que realmente te gusta hacer.

Y eso nos lleva su última película: A Scanner Darkly. Recién estrenada en los cines de nuestro país, eso sí, como mucho en 4 salas en toda España y sin absolutamente ninguna publicidad. Protagonizada por Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson y Winona Ryder -ahí es nada-; basada en una novela de Philip K. Dick -el de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", relato en el que se basó Blade Runner-; y rodada con la misma técnica que Waking Life. La cinta promete mucho, mucho, mucho. Esta sí que parece que va a ser de las buenas y yo estoy deseando verla. Claro que, visto lo visto, en el cine va a ser imposible. Luego habrá quien se queje de que la gente no va a las salas y busca otras alternativas...

lunes, octubre 16, 2006

De decepción en decepción

Dos películas que llevaba tiempo queriendo ver han supuesto para mí una gran decepción. La primera de ella ha sido Hard Candy, la cual tengo en mi lista de "pelis por ver" desde hace meses, desde que leí las críticas que la ponían por las nubes. El tema de los abusos infantiles es siempre un tema polémico y difícil de tratar en la gran pantalla, aunque parece que se está poniendo de moda: una película sobre pederastas tiene la controversia asegurada, y con ella una buena publicidad. Ejemplos de films valientes, y que a la vez salgan airosos del trance de meterse en un tema tan espinoso, para mí son El Leñador y la inclasificable Palíndromos.

Sin embargo Hard Candy no creo que tenga la misma suerte que las anteriores. De tan provocadora que quiere ser acaba resultando desagradable y totalmente inverosímil. Lo que hace que la moralina que se nos quiere transmitir quede desvirtuada por completo. Además, el concepto central de la película me recuerda demasiado a La Muerte y la Doncella de Roman Polanski, solo que aquí en vez de ser el tema la violación política es la violación infantil. Por cierto que este actor y director de cine es explícitamente mencionado en la película -aunque por otras razones-, pero no sé, igual es una forma de reconocer que se han basado en él para ciertas cosas.

Yo sin duda prefiero a Polanski de aquí a Lima y tengo que decir que Hard Candy me decepcionó bastante. De los efectos videocliperos no voy a hablar, porque para qué...

La otra película que ha completado mi semana de decepciones es El Asesinato de Richard Nixon. Protagonizada por Sean Penn, actor que cada día me gusta más, prometía mucho, y sin embargo es un tostón sin demasiado sentido.

La cinta parece tener -y digo "parece" porque no lo tengo nada claro- algún tipo de mensaje social, de crítica al sistema. El Asesinato de Richard Nixon es el retrato de un loser -ese concepto tan americano-, un personaje gris y sin expectativas que nunca alcanzará el american dream, y que conforme va avanzando la película va siendo cada vez más consciente de ese hecho, lo que lo conduce directamente a la locura.

Y aquí es donde pincha, porque al final la sensación que me queda es que me han contado la historia de un chalado sin ningún interés, dudando si el mensaje es que el sistema arrincona a tipos como este, o que solo los inadaptados critican a un sistema que, por otra parte, no tiene demasiadas pegas. Yo me inclino por pensar simplemente que la película carece de un mensaje definido, o mínimamente interesante, y que en cualquiera de los casos es un peñazo.

Lo mejor, como siempre, el minúsculo -y desaprovechadísimo- papel de Naomi Watts.