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domingo, diciembre 31, 2006

A M. Night Shyamalan no hay por dónde cogerlo

Cuando fui a ver El Sexto Sentido al cine, por entonces sin muchas referencias más allá del trailer en la tele, fui a ver una película de susto y poco más, pero acabé saliendo del cine con la boca abierta -supongo que como la mayoría de gente que la ha visto-. Y es que hacía mucho que no disfrutaba y me impactaba tanto una película. ¿Cine tramposo? Según mi punto de vista no. Para mí el cine tramposo es aquel en el que "la trampa" es predecible -aunque no se sepa muy bien lo que es, se sabe que está ahí-, o es la única justificación del film y el resto es paja para llegar al giro final. No es este el caso, pues aquí ese tipo de recursos es solo la guinda de un hermoso pastel. Para mí este es el cine "de verdad", el que tiene la capacidad, todavía en estos tiempos, de absorber al espectador y sorprenderlo haciendo que salga de la sala con los ojos abiertos como platos.

El Sexto Sentido es una película casi perfecta, con las dosis justas de suspense y drama, sin abusar de los sustos fáciles y rodada con una maestría y una elegancia ejemplares. Consiguiendo el aplauso de la crítica y el público a la vez, esta película lanzó a la fama a M. Night Shyamalan como uno de los directores/guionistas -lo que se llama cine de autor- más interesantes, sorprendentes y personales de los últimos tiempos. Y lo cierto es que él mismo se puso el listón muy alto.

La siguiente, y esperada, película de Shyamalan fue El Protegido. Una pequeña joya que, aún siguiendo la línea de estilo que marcaba en El Sexto Sentido y que, a grandes rasgos, se convertiría en su sello de identidad en todas sus películas; era un paso arriesgado y valiente en una dirección que se alejaba de la tentación de aprovechar el filón de su anterior éxito. En mi opinión menos ambiciosa y más intimista si cabe, El Protegido es de esas películas con un encanto especial, para ver una lluviosa tarde de domingo. Quizá lo que hizo que pasara más o menos desapercibida -sobre todo en comparación su predecesora- fue que su argumento se basara en los cómics y los superhéroes, algo que, de alguna manera, limita su público potencial a un sector más joven, y por qué no decirlo, más friki. En cualquier caso yo estoy convencido que irá ganando adeptos y que se convertirá, si no lo ha hecho ya, en un film de culto con el paso del tiempo.

Hasta aquí lo bueno. Su cuarta película, Señales, fue para mí una decepción total. Aunque con una factura técnica impecable, como siempre, Shyamalan nos presentó un disparate sin demasiado sentido, a medio camino entre un reportaje de Iker Jiménez y un episodio de la temporada más decadente de Expediente X. Todo ello sazonado, ahondando en lo peor de su estilo, con un melodrama sensiblero donde un lamentable Mel Gibson hace de un cura que ha perdido la fe a causa de la muerte de su mujer en un accidente de tráfico. Si el desarollo de la película es, como mínimo, endeble, aunque tiene algún momento en que despierta tu interés; la resolución es todo un despropósito sin pies ni cabeza.

Todo esto parecía que se iba a enmendar con su siguiente propuesta: El Bosque. Desde luego los trailers prometían mucho, y yo fui uno de los que fui ilusionado al cine a verla. Y, al igual que he dicho que pocas veces he salido tan sorprendido del cine cuando hablaba de El Sexto Sentido, también digo que pocas veces he salido tan decepcionado como cuando vi El Bosque. Y cuidado, no es culpa de Shyamalan, sino de una promoción realmente engañosa que, aferrándose a un par de escenas "de susto" sueltas, construyeron un trailer que en absoluto tenía nada que ver con la película. (Aprovecho para recomendar que no veáis ningún trailer de cine si podéis evitarlo, porque hoy día el 95% de ellos se dividen entre los que te venden una película que no es, y los que te muestran todo el argumento y poco más hay que ver que lo que ya te han contado en el anuncio).

Volviendo a El Bosque, desde luego es mucho más decente que Señales -sobre todo una vez pasado el shock entre lo que te venden y lo que es-, pero aún así el resultado no convence. Esta vez la trampa es tan previsible como carente de sentido, y los buenos momentos que pueda tener el film -que los tiene-, se ven mermados por escenas caprichosamente absurdas que le restan el mínimo de credibilidad exigible a una película para no salir del cine pensando que es una tomadura de pelo. Para ser justos he de destacar que estéticamente es para quitarse el sombrero. Seguramente la película en ese sentido más bella de Shyamalan y, en general, de los últimos tiempos. El hombre tiene oficio, eso es innegable.

Con estos antecedentes ya iba mentalizado para ver La Joven Del Agua, última película suya hasta la fecha. Iba preparado para ver algún tipo de disparate sin sentido y, efectivamente, fue lo que me encontré. La Joven Del Agua es una especie de fábula muy infantil para el público adulto y muy adulta para el público infantil. Quizá solo para adultos con mente de niño, pero tampoco estoy seguro del todo. De lo que estoy seguro es de que conforme más avanza la película más cuenta te das de la monumental chorrada que es, eso sí, muy bien intencionada.

Yo le reconozco a M. Night Shyamalan que es desde luego uno de los directores más personales y valientes del panorama actual. Alguien que se arroja a la piscina para hacer lo que a él honestamente le gusta hacer, diga lo que diga la crítica y hasta el público, lo cual es digno de admiración. A eso hay que sumarle que técnicamente es casi un maestro. Su forma de dirigir, sus planos, su estética y algunos de sus guiones son realmente geniales. Pero en cualquier caso, salvo las dos primeras películas que he comentado, a mí el resultado final de lo que hace últimamente no me convence en absoluto. Creo que se puso el listón muy alto al principio, y al ver que no podría volver a llegar a ese nivel se dedicó a hacer un más difícil todavía dentro de su estilo personal, conmovedor, fantástico, incluso mágico, pero en general autocomplaciente.

lunes, diciembre 25, 2006

Happy Xmas

No puedo dejar pasar estas fiestas dedicadas al colesterol y a la cirrosis, llenas de buenos deseos y consumismo compulsivo a partes iguales, sin desearos una feliz Navidad a todos los que de vez en cuando leéis este blog. Y voy a hacerlo recordando un par de esas grandes canciones que, antes de pasar a ser una parte más de la tradición navideña, fueron canciones pop o rock, alguna incluso con contenido reivindicativo.

La primera que se me viene a la cabeza es la de Wham!, aquel jovencísimo George Michael que nos cantaba eso de "Last Christmas I gave you my heart...". Desde hace veintipico años no hay Navidad que se precie sin que suene esta canción por todas partes. Seguro que todos conocemos este tema, pero no tantos son capaces de decir de quién es, seguramente la mayoría diría simplemente que es un tema tradicional. Y es que a mí no deja de sorprenderme ese fenómeno que de vez en cuando pasa en las canciones pop, que un día, sin darte cuenta, dan un salto cualitativo y dejan de ser la canción de tal o cual grupo o artista, para ser casi patrimonio de la humanidad.

Otro de los temas al que le ha ocurrido esto, incluso mucho más significativamente que al anterior, es Happy Xmas (War Is Over) de John Lennon. Todos los recopilatorios navideños la incluyen inevitablemente, es una canción ya tan típica de estas fiestas que podría ser un villancico. Sin embargo, al igual que la de Wham! -o incluso más-, no todo el mundo sabe que es un tema del ex Beatle John Lennon -los aficionados a la música sí, claro, pero yo aún me encuentro gente que cuando se la pongo me mira y me dice "¿Ah sí? Esta es de Lennon?"-. Y menos aún es conocido que en realidad es una canción reivindicativa de protesta contra la guerra de Vietnam. John y Yoko lanzaron una campaña publicitaria pagada de sus bolsillos con la que llenaron el mundo de carteles y publicidad anunciando que la guerra se había acabado (si tú lo quieres) -War Is Over (If You Want It)- cuando la guerra de Vietnam estaba aún en su apogeo, para incitar a la gente a movilizarse, ya que el fin o no de la guerra estaba todavía en sus manos.

Es una lástima que el paso del tiempo y la tendencia del mercado a vaciar de contenido todo aquello que pueda ser rentable -como ocurre con la imagen del Che Guevara que ya se vende en camisetas hasta en El Corte Inglés-, haga que el significado de canciones como esta se vaya perdiendo. Sobre todo hoy en día, cuando las situaciones de Iraq y Afganistán -por poner sólo los ejemplos más famosos, aunque no tanto como deberían- hacen que esté más de actualidad que nunca.

En fin, espero no haber sonado muy hippie. Felices fiestas y próspero Año Nuevo, que las cosas pueden cambiar (si tú lo quieres).


viernes, diciembre 22, 2006

You never go ass to mouth

Pues ahora que veo Clerks II la verdad es que no entiendo a qué vino la famosa ovación de ocho minutos en Cannes, en este festival cada día están peor. En cualquier otra circunstancia no habría esperado mucho de esta secuela, en primer lugar porque no por manida deja de ser verdad la frase "segundas partes nunca fueron buenas". Y en segundo porque la trayectoria del casi siempre desternillante, y por momentos genial, Kevin Smith iba de capa caída, sobre todo después de la sosísima comedia romántica Una Chica de Jersey, con la que supongo pretendía dar el salto a un cine más comercial -y más rentable también-. Pero las críticas su última película, sobre todo en Cannes, aumentaron mis expectativas considerablemente.

Pero nada. Chasco. Clerks II es, más que una secuela de Clerks, una mezcla de sus dos películas inmediatamente anteriores: la ya citada Jersey Girl y Jay y Bob el Silencioso Contraatacan. Una mezcla a partes iguales entre una comedia romántica superficial, absurda hasta el extremo y llena de tópicos -la tía buena se va con el friki al final-; y una vuelta de tuerca más a los chistes soeces a los que nos tiene acostumbrados, un más difícil todavía que carece de la frescura de la original y que a mí entender ya había llevado al límite en la última de Jay y Bob.

Eso sí, si te gusta Kevin Smith te vas a reir, porque graciosa es un rato, con momentos realmente memorables como la disputa entre los fans de la trilogía del Señor de los Anillos y los de La Trilogía, ya que trilogía solo hay una -no tengo que especificar cuál, ¿verdad?-. (Por cierto que hay que tener valor para criticar las secuelas de dicha trilogía en lo que es otra secuela de un clásico del cine indi... ¿Se daría cuenta de esa ironía cuando lo hizo o es una coña más?).

En fin, ideal para frikis, pero decepcionante en general. Da la impresión de que Kevin Smith no sabe hacer otra cosa, y que cuando ha intentado hacer guiños a la comedia romántica no le ha salido nada bien y tiene que volver al redil a hacer lo que mejor se le da, aunque para ello tenga que repetir la fórmula más que el ajo.

¡Ah!, y que nadie se confunda, cuando digo que Clerks II es en parte una "comedia romántica" no quiero decir que uno deba ir a verla con sus sobrinitos preferidos. En tal caso yo no me hago responsable.

lunes, noviembre 20, 2006

I don't need to work out, my anxiety acts as aerobics

En primer lugar me veo obligado a dejar claro que yo soy -casi- un fan incondicional de Woody Allen y su cine. Y me refiero en todos los aspectos, tanto en la más pura comedia como en los más oscuros dramas. Salvo un par de excepciones en toda su filmografía que me decepcionaron bastante, el resto me parecen en su mayoría obras maestras y la que menos es para darle un 7 sobre 10.

El cine de Allen en general, dentro de su estilo característico, tiene una cualidad que para mí es fundamental, y es la forma de abordar temas serios y transcendentales, o situaciones dramáticas, desde el más hilarante -una veces fino, otras al puro gag- sentido del humor. Esto desde luego tiene excepciones por los dos extremos. Por el dramático tenemos ejemplos como Interiores o Septiembre que no tienen ningún atisbo de comicidad. Por el cómico tenemos las primeras comedias como Toma el Dinero y Corre o El Dormilón, y algunas de las últimas como Granujas de Medio Pelo, donde Woody se centra en sacar la carcajada al espectador sin casi profundizar en ningún tema trascendente.

A mí me gustan todas: tanto el Allen serio, como el serio pero desde la comedia, como el puramente cómico del gag y la carcajada. Scoop es de este último tipo de película. No va más allá de una comedia ligera, ingeniosa y desde luego con momentos muy graciosos -yo por lo menos me reí un rato-. Pero sin duda es una película menor del genio de Manhattan, porque si bien, como he dicho, es muy cómica no me pareció que lo fuera lo suficiente como para justificar del todo un argumento tan ligero.

Scoop recuerda de alguna manera a películas como Misterioso Asesinato en Manhattan o La Maldición del Escorpión de Jade. Sin embargo no llega ni de lejos a la altura de la primera, que a mí me parece una indiscutible obra maestra de la comedia contemporánea, y yendo más en la misma línea de la segunda no llega a ser tan graciosa.

En resumen, un Woody Allen para pasar el rato y echarse unas risas sin ir más allá. Quizá la película más light de los últimos tiempos, incluidas las más light de la época con Dreamworks. Solo para fans y para amantes de la risa fácil a los que Match Point les pareció un tostón.

miércoles, octubre 25, 2006

Grandes Directores. Hoy: Richard Linklater

Hace no mucho hablaba de pasada en un post anterior de Julie Delpy, y de cómo entró a formar parte de mi Hall Of Fame personal por su participación en las películas Antes del Amanerecer y Antes del Atardecer, ambas de Richard Linklater.

Recuerdo que me enfrenté a Antes del Amanecer, casual e irónicamente, una madrugada de insomnio, cuando el astro rey estaba apunto de llamar a mi ventana. Lo cierto es que quería ver una película que me ayudara a conciliar el sueño, y la romántica historia de dos jóvenes paseando por Europa -según la sinopsis- me parecía perfecta para ello. Pero vaya sorpresa me llevé. Cuanto más romántica se volvía más interesado estaba yo: no pude dormir.

La película cuenta la historia de la noche perfecta que a todos -o por lo menos a mí- nos gustaría tener alguna vez: dos jóvenes que se encuentran por casualidad y que mientras pasean por la noche de Viena, y hablan y hablan de lo divino y de lo humano, comienzan a enamorarse. Y todo ello contra reloj, ya que ella parte a París y él a Estados Unidos al amanecer.

Técnicamente es una obra maestra, aunque el argumento es, a priori, muy sencillo, la fuerza está en los diálogos y en un guión -también de Linklater- perfecto. Tan perfecto como el ritmo que el director le da la película. Y eso por no hablar de los planos secuencia por las calles de Viena. En definitiva, rodada con sencillez, con gusto y con mucha honestidad -se me ocurre más de un director/a que podrían aprender de pelis como esta-.

Sorprendentemente lo mismo se puede decir de su secuela Antes del Atardecer, y digo "sorprendentemente" por aquello de que nunca segundas partes fueron buenas. No es el caso. Un guión más maduro -por lo que cuenta y por cómo lo cuenta- y, aunque diferente, igual de bueno que el otro. Hay que destacar que tanto Ethan Hawke como Julie Delpy -los protagonistas- colaboran en este guión en el desarrollo de sus personajes, lo que nos deja ver cómo los mismos actores han llegado a encariñarse o identificarse con ellos hasta querer influir en por dónde va la historia.

Antes del Atardecer transcurre varios años después y esta vez por París en vez de en Viena, y además en tiempo real -sí, sí, si la película dura 80 minutos lo que cuenta ocurre en exactamente 80 minutos, sin saltos en el tiempo-. Hay quien la ha criticado por considerarla innecesaria, y porque de alguna manera rompía la magia que se había creado al final de Antes del Amanecer. Desde luego que hacer una secuela era algo muy arriesgado y que las probabilidades de arruinarlo todo eran mucho mayores que las de salir airoso del experimento. Pero, a pesar de que con esta continuación, efectivamente, algo se pierde de lo que nos dejó la primera parte, hay que reconocer que el equipo Linklater-Hawke-Delpy sale más que airoso del trance dejándonos una obra maestra que yo personalmente les agradezco profundamente.

La otra gran película que he visto de este director es Waking Life. Quizá una de las más raras que yo haya visto. En ella Richard Linklater nos demuestra cómo es un maestro a la hora de escribir diálogos. A través de una consecución de conversaciones vertiginosas se abordan casi todos los grandes problemas de la filosofía y la existencia -en algunos momentos con un lenguaje muy técnico que puede hacer que más de uno se pierda-.

Normalmente yo criticaría este tipo de cosas tan pedantes o pretenciosas, diciendo algo así como que "si quieres hablar en serio de filosofía escribe un libro -o una enciclopedia, dada la extensión de los temas- y no lo hagas con una película de 90 minutos". Pero tengo que reconocer que está bien hecha, es interesante y hasta perturbadora en algún momento. Y por qué no decirlo, no es muy común poder ver una película seria que te haga reflexionar sobre ciertas cosas, y nunca está de más. Aunque es evidente que Waking Life no es para todo el mundo, yo no puedo dejar de recomendarla encarecidamente. Los más pedantes seguro que la disfrutan.

En el aspecto técnico la película también sorprende, ya que está rodada con actores reales y luego dibujando encima de los fotogramas, con lo que queda una mezcla entre película de animación y película normal. De hecho se puede distinguir perfectamente a los actores que hay detrás, como el caso de los antes mencionados Julie Delpy y Ethan Hawke que hacen un cameo, o el propio Richard Linklater que aparece en uno de los diálogos al final de la película.

Pero no todo son obras maestras en la filmografía de este director. The Tape, aunque claramente una obra menor, es una interesante cinta digna de mención. Sin embargo no se puede decir lo mismo de Una Pandilla de Pelotas -remake de una comedia del mismo título de los años 70- y de Escuela de Rock; ambas bastante flojas -eso sí, técnicamente correctas, que el vale vale-. Para ser justo con esta última he de decir que, dentro de su superficialidad, está entretenida y no es mala del todo, eso sí, siempre que la veamos en versión original -lamentable el doblaje a cargo del "niñato" de El Canto del Loco-. En fin, ya sabemos cómo funciona el mundo del cine: de películas como Waking Life no se puede vivir y de vez en cuando hay que hacer algo que tenga contento al estudio para que luego te dejen hacer lo que realmente te gusta hacer.

Y eso nos lleva su última película: A Scanner Darkly. Recién estrenada en los cines de nuestro país, eso sí, como mucho en 4 salas en toda España y sin absolutamente ninguna publicidad. Protagonizada por Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson y Winona Ryder -ahí es nada-; basada en una novela de Philip K. Dick -el de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", relato en el que se basó Blade Runner-; y rodada con la misma técnica que Waking Life. La cinta promete mucho, mucho, mucho. Esta sí que parece que va a ser de las buenas y yo estoy deseando verla. Claro que, visto lo visto, en el cine va a ser imposible. Luego habrá quien se queje de que la gente no va a las salas y busca otras alternativas...

lunes, octubre 16, 2006

De decepción en decepción

Dos películas que llevaba tiempo queriendo ver han supuesto para mí una gran decepción. La primera de ella ha sido Hard Candy, la cual tengo en mi lista de "pelis por ver" desde hace meses, desde que leí las críticas que la ponían por las nubes. El tema de los abusos infantiles es siempre un tema polémico y difícil de tratar en la gran pantalla, aunque parece que se está poniendo de moda: una película sobre pederastas tiene la controversia asegurada, y con ella una buena publicidad. Ejemplos de films valientes, y que a la vez salgan airosos del trance de meterse en un tema tan espinoso, para mí son El Leñador y la inclasificable Palíndromos.

Sin embargo Hard Candy no creo que tenga la misma suerte que las anteriores. De tan provocadora que quiere ser acaba resultando desagradable y totalmente inverosímil. Lo que hace que la moralina que se nos quiere transmitir quede desvirtuada por completo. Además, el concepto central de la película me recuerda demasiado a La Muerte y la Doncella de Roman Polanski, solo que aquí en vez de ser el tema la violación política es la violación infantil. Por cierto que este actor y director de cine es explícitamente mencionado en la película -aunque por otras razones-, pero no sé, igual es una forma de reconocer que se han basado en él para ciertas cosas.

Yo sin duda prefiero a Polanski de aquí a Lima y tengo que decir que Hard Candy me decepcionó bastante. De los efectos videocliperos no voy a hablar, porque para qué...

La otra película que ha completado mi semana de decepciones es El Asesinato de Richard Nixon. Protagonizada por Sean Penn, actor que cada día me gusta más, prometía mucho, y sin embargo es un tostón sin demasiado sentido.

La cinta parece tener -y digo "parece" porque no lo tengo nada claro- algún tipo de mensaje social, de crítica al sistema. El Asesinato de Richard Nixon es el retrato de un loser -ese concepto tan americano-, un personaje gris y sin expectativas que nunca alcanzará el american dream, y que conforme va avanzando la película va siendo cada vez más consciente de ese hecho, lo que lo conduce directamente a la locura.

Y aquí es donde pincha, porque al final la sensación que me queda es que me han contado la historia de un chalado sin ningún interés, dudando si el mensaje es que el sistema arrincona a tipos como este, o que solo los inadaptados critican a un sistema que, por otra parte, no tiene demasiadas pegas. Yo me inclino por pensar simplemente que la película carece de un mensaje definido, o mínimamente interesante, y que en cualquiera de los casos es un peñazo.

Lo mejor, como siempre, el minúsculo -y desaprovechadísimo- papel de Naomi Watts.

miércoles, septiembre 27, 2006

Well, the past is gone, I know that

Flores Rotas es una de las mejores películas que he visto últimamente. Dirigida por Jim Jarmusch -director de, entre otras, Coffee & Cigarettes- es una pequeña joya de cine independiente. El magnífico actor, e icono de toda una generación, que es Bill Murray la protagoniza tras los fiascos de la aburridísima Life Aquatic y de la anodina Lost In Translation -de la más que sobrevalorada Sofia Coppola-. Curiosamente hace un papel muy similar al que interpretaba en esta última, lo que se reflejaba en las críticas que leí antes de verla y que me cargaron de prejuicios haciéndome pensar que sería otro plomo al estilo de los de la hijísima del maestro Coppola. Sin embargo nada más lejos de la realidad, aun teniendo al mismo actor en un papel similar y desarollándose también con un ritmo de lo más pausado, ahí es donde acaban todas las posibles similitudes con Lost In Translation. Broken Flowers es una película con, en mi opinión, mucha miga y cargada de un simbolismo que ya quisiera la Coppola para sí.

Bill Murray interpreta a Don Johnston, un donjuán caduco al que su última novia abandona nada más empezar la película. La pose del protagonista, de una resignada indiferencia en el centro de la soledad, se ve perturbada por una misteriosa carta en la que una remitente anónima le anuncia que tiene un hijo suyo. Empujado por su vecino, Don emprende un viaje por su pasado sentimental en busca de la misteriosa remitente y su posible hijo. Si la búsqueda da o no frutos, sean los que sean, es algo que queda a la interpretación del espectador. Pero a mi entender es solo un pretexto para narrar la odisea de un hombre que vuelve sobre sus pasos para descubrir, como él mismo dice en un momento de la película, que "el pasado pasado está".

Como he dicho antes, todo en esta película está cargado de simbolismo, desde la elección de los nombres -"Don Johnston" hace referencia clara a Don Juan, además de ser una especie de chiste con el protagonista de Miami Vice; y, por ejemplo, la hija adolescente de una de las ex novias se llama Lolita-, hasta el orden en que va visitando a sus amantes y las reacciones de estas hacia él, como si cada una representara un grado de separación mayor que el anterior. La película de alguna manera nos invita a reflexionar cuán cerca o lejos -metafórica y quizá también metafísicamente hablando-, estamos de aquellas personas que han pasado por nuestras vidas.

Bill Murray está genial en su papel, con esa carga dramática que tienen todos los cómicos y que, en el caso de nuestro cazafantasma favorito, es mucho más profunda que en cualquier otro. Nadie más podría transmitir con unos pocos gestos, y muchas menos palabras, los sentimientos de desolación y a la vez resignación que caracterizan al personaje de Don. Y también las secundarias son -y están- de lujo, sobre todo Sharon Stone, Jessica Lange y Julie Delpy -de esta última soy fan absoluto desde que vi las películas Antes del Amanecer y Antes del Atardecer-.

En definitiva, pequeña gran sorpresa que rehabilita completamente a Bill Murray y lo rescata del pozo en que, en mi modesta opinión, lo sumió Sofia Coppola. Muy recomendable.

lunes, septiembre 11, 2006

Triste Alatriste

Lamentable la adaptación al cine de las Aventuras del Capitán Alatriste del escritor, e ínclito cartagenero, Arturo Pérez-Reverte. La tan promocionada superproducción española, la película más cara de la historia de nuestro cine, como no podía ser de otra manera a acabado siendo un fiasco y un desperdicio de recursos, actores y, por qué no decirlo, también de lo bueno que podían tener los libros.

Hace años que me leí los primeros de la saga y reconozco me que resultaron interesantes. El retrato que hace el escritor de la época a través de las aventuras y desventuras del protagonista es excelente. Y el personaje de Diego Alatriste está muy bien caracterizado con esa pose resignada y amarga de hombre de pocas palabras que sobrevive como puede en el tiempo que le ha tocado vivir, a caballo entre la miseria de la guerra y la miseria del Madrid del siglo XVII. Sin embargo también es verdad que acabé un poco harto de tanto "pardiez" y tanto "voto a Dios", el estilo de Pérez-Reverte puede llegar a cansar por pedante, y eso es lo que me pasó a mí, que abandoné dicha saga dejándome sin leer los últimos libros editados.

El gran fallo de la película es intentar abarcar todos esos libros en poco más de dos horas de metraje, lo que la convierte en una sucesión de situaciones inconexas, sin apenas transición entre ellas, en muchos momentos sin sentido para el espectador. El guión es terríblemente malo. No se puede condensar tanto en tan poco tiempo sin que el resultado sea una sucesión de episodios en vez de una película coherente, con un hilo argumental que enganche y emocione al espectador.

Creo que a Agustín Díaz Yanes, director y guionista, le ha faltado valor a la hora de llevar los libros a la gran pantalla. Valor para plantarse ante el autor, y quizá los productores, y hacer una verdadera adaptación de la novela, cogiendo los elementos necesarios de ésta y adecuándolos a lo que el formato cinematográfico requiere para conseguir un resultado decente. En vez de eso ha trasladado literalmente las novelas al guión, algo muy loable si de lo que se trata es de ser fiel al original, pero nefasto si el objetivo fuera hacer una película de cine que cuente una historia con ritmo.

Para ser sincero he de decir que la película no empieza mal, de hecho el principio me pareció interesante y prometedor, ilusión que se desvaneció conforme fueron sucediéndose los episodios que, uno tras otro, hacían descender el interés y me distanciaban cada vez más de lo que estaba pasando en la pantalla. A la hora de proyección ya tienes claro que la película es aburrida con ella sola, pero lo más curioso es que casi a la mitad del film hay un final -yo creo que todo el cine pensó como yo, que la película se acababa en ese momento-, pero no, después de eso aún dura un buen rato más, un rato innecesario e interminable. Lo dicho: un pésimo guión.

En cuanto al resto, los actores y demás no está del todo mal. Viggo Mortensen es un Alatriste perfecto y me parece una excelente elección salvo por una cosa: han cometido el tremendo error de no doblarle la voz y, sinceramente, en mi opinión es del género tonto gastarse tantos millones en una ambientación realista de la época para que luego el protagonista tenga acento guiri. El resto de actores más o menos todos bien, normalitos; bien caracterizados, algunos bastante desaprovechados y otros es que no pegaban ni con cola, pero bueno, eso es lo de menos. Lo mejor: Echanove haciendo de Quevedo.

Está claro que los dineros que ha costado la producción han ido a parar directamente a la ambientación y a la fotografía, que son ambas realmente buenas, y si las comparamos con lo que solemos hacer en este país me atrevería a decir excelentes. Aunque también hay algún que otro momento en que se nota lo cutre de los decorados. En cualquier caso, cuando lo que más se alaba de una película es la fotografía es porque el resto no vale un duro.

Una vez más tanta promoción sólo puede significar una cosa: que hay que conseguir que vayan a verla las primeras semanas el máximo de gente, porque en cuanto se corra el boca a boca no va a ir a verla ni Dios de lo mala que es.

lunes, agosto 21, 2006

For a Day or a Lifetime

Aprovechando las rebajas y que ha sido recientemente lanzada en DVD, me he hecho con Barton Fink, la magnífica película de los hermanos Coen. Ha sido un placer revisarla fijándome más en los detalles que la primera vez que la vi y disfrutándola desde la perspectiva de alguien que ya sabe que está viendo una obra maestra.

Barton Fink (1991) es sin duda una de las películas que más destacan dentro de la filmografía de los hermanos Coen, precisamente quizá por ser la menos Coen de todas, al salirse claramente de su línea habitual. De hecho en mi opinión recuerda más a un trabajo de David Lynch. ¿O es al revés, y las películas posteriores de Lynch -como Carretera Perdida y Mulholland Drive- tienen algo de Barton Fink? En cualquier caso, a diferencia del cine de Lynch que siempre me parece un puzle donde todas las piezas acaban encajando a la perfección -sólo hay que dar con la clave-, la película de los Coen, a pesar de poder apreciarse fácilmente su coherencia interna, deja a mi entender completamente abiertas todas las interpretaciones posibles. Y quizá eso la haga más fascinante aún.

La película, lejos de ser una historia plana, se puede entender a distintos niveles paralelos. En primer lugar quizá el más obvio sea la ácida crítica a la industria de Hollywood y a las grandes productoras de cine, las cuales matan la inspiración de los escritores para crear productos en serie de nula calidad artística los cuales, en su mayoría, acabarán en un cajón. De hecho según he leído el personaje de W.P. Mayhew en la película está inspirado en el propio William Faulkner, que acabó también escribiendo guiones para Hollywood.

En el siguiente nivel la crítica no está ya en los estudios que maltratan a los escritores, sino que se centra en los escritores mismos, personificados por nuestro protagonista Barton Fink. Él es el tipo de escritor que cree que tiene una misión, un deber con la sociedad. Su arte es la más excelsa de las artes y él tiene la responsabilidad de aprovechar ese don para servir a aquellos que lo necesitan, al pueblo. Fink se siente capaz de crear un teatro nuevo, "de, por y para el hombre corriente". Pero lo cierto es que está completamente encerrado en sí mismo, elucubrando sobre una realidad con la que no tiene que ver y de la que cada vez está más alejado. Los Coen nos muestran a Barton Fink como un pedante con aires de grandeza que en realidad no es capaz de hacer nada de aquello sobre lo que teoriza. Las escenas en las que se evidencia que Fink no es capaz de escuchar a ese "hombre corriente" sobre el que escribe nos lo retratan como un déspota ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.

Estas situaciones, las grandes aspiraciones de Fink contra la cruda realidad de Hollywood, desenvocan en un choque brutal en la mente del protagonista y que nos lleva a lo que para mí es el meollo de la película: la psique de Barton y su progresiva degeneración. Ante el bloqueo del escritor y la temida página en blanco, ante la constatación de su fracaso en hacer algo sublime viéndose reducido a escribir el guión de una película de serie B, la mente de Barton Fink -inestable ya de por sí según podemos intuir- se rebela y comienza a construir un mundo alrededor suyo del que no tenemos muy claro qué elementos son reales y cuales no. A mi entender en ese proceso cada vez hay menos realidad -aunque toma de ésta los elementos que la forman- y más paranoia, hasta llegar a un punto de degradación donde nada es real y sólo nos queda el propio Fink encerrado en su propia mente, como una condena de por vida.

Claro que esto es solo una interpretación. Como he dicho la película deja abiertas muchas posibilidades. Otra opción a la que le estoy dando vueltas últimamente es la que me recuerda a la idea principal de la película, con guión de Charlie Kaufman, Adaptation. ¿Barton Fink está realmente ido o lo que está haciendo es escribir sobre sí mismo? No acaba de cuadrarme del todo, pero en cualquier caso es una interpretación por lo menos tan interesante y valida como cualquier otra.

No puedo dejar de hablar de las magnificas interpretaciones de John Turturro y John Goodman. Los dos están geniales, pero sobre todo Turturro que llena el papel como nadie. No podría imaginarme a nadie más en el papel de Barton Fink.

Esta película, que comenzó siendo un proyecto paralelo de los hermanos Coen mientras aparcaban -precisamente porque estaban bloqueados- Muerte Entre Las Flores, es para mí la mejor de toda su filmografía. Quizá precisamente porque es la menos Coen de todas, y eso que a mí el estilo Coen me encanta. Pero esta tiene una fuerza visual y argumental que no creo que tengan las demás -incluída El Hombre Que Nunca Estuvo Allí-. Aclamada por la crítica, y arrasando en Cannes al llevarse a la vez la Palma de Oro y los premios a la mejor dirección y al mejor actor, el viaje surrealista por la mente de Barton Fink es una obra maestra imprescindible.

Para ver cienes de veces.

miércoles, agosto 16, 2006

You can rent a space inside my mind, at least until the price becomes too... high

No recuerdo bien cómo llego a llamarme la atención este grupo. No sé si escuché algún tema por ahí o leí alguna crítica positiva, pero el caso es me interesé por ellos y decidí escuchar el disco. Hablo de She Wants Revenge, un dúo de Los Angeles que acaban de debutar este mismo 2006 con un disco, en mi opinión, realmente bueno.

Este primer trabajo, del mismo nombre del grupo, está repleto de temas más que interesantes. De hecho puedo decir que me gustan todos, y eso es raro. Su estilo es una mezcla entre música electrónica y rock alternativo muy en la línea de lo que a mí me gusta. Según he leído, la crítica los compara con Joy Division y con Interpol, principalmente, creo yo, por la forma de cantar del cantante, bastante fría y con cierto parecido, es cierto, con esos grupos.

Pero la verdad, para mí se acaban ahí las similitudes. De hecho la primera vez que los escuché, antes de leer nada sobre ellos, lo que me pareció una influencia clara fue Depeche Mode. No por el sonido, que aunque electrónico es infinitamente más básico que el de los DM, sino por ciertas armonías y melodías que son muy de Martin Gore. Esto, que en realidad es un matiz muy sutil -solo para los que hayan oído mucho a los Depeche-, no es que sea malo, al contrario: simplemente suenan a lo que me gusta a mí personalmente sin llegar, ni de lejos, a plagiar nada. Posteriormente he sabido que ellos se declaran abiertamente fans de Depeche Mode y que los reconocen como una gran influencia. De hecho, esto lo he sabido después, han sido teloneros suyos en la gira americana de Touring The Angel.

En cuanto a sus temas, como he dicho antes, podría destacar todo el disco al completo. Pero voy a llamar la atención en primer lugar sobre sus dos singles hasta el momento, Tear You Apart y These Things, muy buenos. Pero la cosa no acaba ahí, sino que el disco está repleto de canciones que no consigo sacarme de la cabeza, como Red Flags and Long Nights, I Don't Want to Fall in Love, Out of Control, Broken Promises for Broken Hearts, She Loves Me, She Loves Me Not ó Sister -mi favorita por ahora-, y paro para no enumerar todo el disco. La clave está en que consiguen combinar de forma excelente por una lado un estilo algo frío y rítmico en la música y en la voz, con unos estribillos muy pegadizos y tirando al pop. Otro elemento a destacar son las letras, que en su mayoría tienen su toque morboso -Sister es el mejor ejemplo de ello- que hace que las canciones sean un punto más interesantes que la media.

En definitiva, un excelente debut. Si siguen por ese buen camino She Wants Revenge van a ser un grupo muy a tener en cuenta en los próximos años. Yo, de momento y parafraseando una de sus letras, les voy a alquilar un espacio en mi mente mientras su cotización se mantenga.

viernes, agosto 04, 2006

Never want to put my feet back down on the ground

Por fin, después de más de tres lustros de espera, he visto a Depeche Mode en directo. Ya puedo morir tranquilo. El concierto fue en Granada el pasado día 26 de julio, de teloneros los murcianos Second y los daneses The Raveonettes (este último un grupo interesante -todo lo interesante que puede ser la música indi- que yo no conocía, la verdad es que sonaban bien; desde luego la cantanta hizo más llevadero a más de uno el plantón de varias horas en espera de Los Grandes).

Los Depeche aparecieron puntuales como un reloj, es de agradecer, a las diez de la noche, y comenzaron su espectáculo con A Pain That I'm Used To, quizá el tema que a mí menos me gusta de su último disco -a pesar de que fue el segundo single-, pero he de reconocer que es tremendo para empezar un concierto. O eso o es que mi nivel del excitación era tal que lo mismo de daba ocho que ochenta. Ese día hubiera flipado con cualquier cosa que hicieran en el escenario.

Inmediatamente después continuaron con A Question Of Time. La locura. Y a partir de ahí no bajó el nivel. De su último disco sólo interpretaron los cuatro singles -para mí una lástima porque esperaba fervientemente que tocaran The Sinner In Me que es mi favorita de Playing The Angel, o Free, una cara B que podría haber sido perfectamente el segundo single-. En Suffer Well, la única canción de Dave que tocaron, Martin se puso a tocar sorprendentemente el bajo, y en Precious sustituyó el arpegio de piano por su guitarra, lo que a mí me dio la sensación de que quedaba bastante flojo con respecto a la versión del disco, una lástima, porque no le hacía justicia al temazo que es. Sin embargo la versión en directo de John The Revelator era la caña de España, un tema que al principio no me llamaba demasiado la atención y que en el concierto lo disfruté como un enano.

El resto fue repasar los temas más emblemáticos de su carrera. Llama la atención que no tocaran ni una canción de su anterior disco Exciter y sólo una de Ultra, Home, que cantó Martin en una versión desnuda de arreglos de cuerdas y con una nueva armonía con la guitarra que me gustó mucho, le daba un toque más oscuro. Así que el resto del concierto fue bastante comercial, remontándose a éxitos que el que menos tiene ya trece años, y todos ellos incluídos en los Singles 86-98. Lo cual no es que esté mal, al contrario, con Personal Jesus o I Feel You fue la locura, y con Enjoy The Silence o Never Let Me Down Again se me saltaban las lágrimas; pero yo hubiera esperado que rescataran alguna que otra obra maestra, de esas que siempre hay por sus discos y que nunca fueron singles, o alguna rareza extravagante para hacer que los más frikis nos corramos del gusto.

Pero no fue así, aunque, si no exactamente en el sentido al que yo me refiero, sí que hubo un par de excepciones cuando menos sorprendentes. En primer lugar, el bis comenzó con una versión a piano solo cantada por Martin de Leave In Silence, tema de su segundo disco, A Broken Frame -el que según ellos mismos es su peor disco-, y que por cierto quedó chulísima -como anécdota decir que yo era el único que se sabía la letra de los que me rodeaban-. Tras ésta tocaron Photographic, canción del primer disco allá por el '81 y compuesta por Vince Clarke, de hecho fue la primera canción que grabaron como Depeche Mode antes incluso de que se publicara Speak And Spell. A mí me pareció bastante sorprendente que sutituyeran Just Can't Get Enough por ésta, pero bueno, la verdad es que sirvió igualmente para desmadrar al personal.

En cuanto a ellos sólo puedo decir que están hechos unos chavales. Dave Gahan no paraba, como en sus mejores tiempos, y la voz la tiene en plena forma. Martin Gore apareció vestido de pollo -o de ángel negro o lo que sea: para mí "pollo"- pero el gorrito con la cresta le duró sólo la primera canción, se ve que los calores de Granada en julio no están hechos para ellos -me consta que en otras actuaciones aguanta con el disfraz bastante más-. Salvo en un par de excepciones que se acercó a los teclados -para las canciones más antiguas- el resto estuvo todo el rato con la guitarra deleitándonos con sus solos a un dedo y sus saltitos a la pata coja. Sólo para incondicionales -porque es el compositor vivo más grande que hay, que si no...-. Andy Flecher, como siempre, haciendo palmas, saludando al público y no tocando el instrumento ni por casualidad, no sea que se haga daño. El resto de los músicos con los que se acompañan en directo eran Christian Eigner a la batería y Peter Gordeno a los teclados, que eran los que realmente tocaban algo -a excepción de Martin a la guitarra, claro-. Es significativo que hayan tenido que contratar a dos músicos para sustituir a Alan Wilder y a todo el trabajo que hacia en directo y en el estudio. ¡Que vuelva Alan Wilder a Depeche Mode YA!

El escenario era chiquitín -la plaza de toros de Granada no daba para más-, pero resultón. Los teclados estaban alojados en tres donuts plateados que parecían miniplatillos volantes, y una bola plateada descendía a la izquierda, que se asemejaba a las de las discotecas setenteras, dibujándose en ella frases y palabras relacionadas con las canciones. De fondo tres pantallas que iban cambiando su altura y orientación proyectaban imágenes. En general la puesta en escena me gustó bastante.


Lo único que me dejó mal sabor de boca es lo corto que fue. Sí, vale que aunque hubieran tocado cuatro horas a mí se me habría hecho corto igual, pero me consta que en otros conciertos de la gira Touring The Angel tocan normalmente tres o cuatro temas más. No sé si será por el calor o porque tocan según aforo, pero no les hubiera costado mucho marcarse un Halo o un Everything Counts.

En cualquier caso es el concierto de mi vida -hasta ahora el honor lo ostentaba el de los Iron Maiden-, disfruté como un enano, no me decepcionaron y volveré a verlos en cuanto tenga la oportunidad. Es lo menos que se puede hacer con uno de los grupos más grandes de todos los tiempos.

miércoles, julio 19, 2006

This is me at my most masochistic

Recientemente he vuelto a revisar la cinta Kill Bill (vol.1 & vol.2) de Quentin Tarantino, y he de decir que me quito el sombrero, cada día me gusta más. Me declaro fan de Tarantino desde el día que vi en el cine Pulp Fiction y me quedé con la boca abierta. Tremendo film, seguramente su mejor película. Más tarde fui viendo las demás, que en total sólo suman cuatro hasta la fecha -Kill Bill la cuento como una-, ya sea yendo al estreno, como en el caso de la decepcionante Jackie Brown, o trincando el DVD, como fue el caso de la magnífica Reservoir Dogs.

A pesar de que me encanta como director tengo que decir que me parece que está algo sobrevalorado en general. Es decir, es evidente que sus dos primeras películas marcaron época, sorprendieron a muchos y lo lanzaron como uno de los directores más interesantes de los 90s -o directamente el más interesante, dada la fama que ha llegado a alcanzar-; pero cuatro películas en su filmografía son demasiado pocas para poder valorar una trayectoria hasta el punto de poder hablar de genialidad o maestría. Sobre todo cuando una de ellas es Jackie Brown, una película que hay que ver, seguramente imprescindible, pero sobre la cual no se me ocurre ningún argumento para dedicarle un segundo visionado. Además, hay que reconocer que los proyectos en los que, entre película y película, se ha embarcado como co-director y/o guionista no han sido especialmente brillantes.

En esas más o menos estaba yo cuando llegó Kill Bill Vol.1. Y tengo que decir que, cuando pensaba que Tarantino no volvería a levantar cabeza, me sorprendió gratamente. Eché de menos esos diálogos tan característicos del director y me pareció más superficial que las anteriores, pero me impactó. Ahora, vistas las dos partes, me resisto a valorarlas independientemente porque en realidad son una sola película. Lo de dividirlas en dos partes es una cuestión comercial -brillante para director y productores- que no viene al caso y poco, algo pero poco, tiene que ver con el resultado artístico final. (Si Peter Jackson hubiera dividido El Señor de los Anillos en seis partes de noventa minutos habría duplicado literalmente la taquilla, hay que ser primo...).

Vistas en conjunto y con la perspectiva del tiempo, lo primero que me llama la atención es el cambio de foco de Tarantino con respecto al resto de sus películas. Me explico. Es cierto que Kill Bill lleva el sello inconfundible del director: violencia, humor negro, referencias frikis al cine de serie B, la música como elemento central, etc. Pero por una vez los diálogos entre los personajes no son el centro de la película. Los hay, pocos pero buenos, pero no tienen el papel preponderante de antaño. Lo cual, una vez pasado el momento inicial, no me parece del todo mal. ¿Hasta cuándo se puede estirar el mismo esquema sin agotarse? Sobre todo cuando en Jackie Brown ya había dado muestras de no dar más de sí.

Kill Bill se centra sin embargo más en la imagen y la estética, es decir, el cine en estado puro, usando para ello un derroche de recursos cinematográficos que van desde la animación manga hasta el uso plenamente justificado de distintos tipos de blanco y negro. La fotografía, los escenarios y las coreografías unidas a la perfección con la excelente música -seguramente su mejor banda sonora- son de una fuerza estética innegable.

Sobre todo en la primera parte, donde Tarantino relega la historia a ser un mero trasfondo del despliegue visual con el que nos deleita. Desde la imagen de La Novia -una inmensa Uma Thurman, que además es co-creadora del personaje- ensangrentada a punto de recibir un disparo en la cabeza, pasando por la historia de O-Ren Ishii -donde animación y música se funden a la perfección-, hasta llegar al sangriento desenlace final. Este último es el plato fuerte del vol.1, como toda película que se precie, y Tarantino se recrea en él, y se nota que es alguien que siempre ha querido rodar una escena como ésta -y yo verla-, y que por fin lo está haciendo. Dos fantásticos travelling de esos que hacen historia en el cine -otra vez la música es la pieza clave- hacen de prólogo para lo que va a ser una larga y fantástica escena de acción, violencia y, sobre todo, mucha sangre. Pero el director es consciente de que tanta sangre acabará saturando al espectador dada la duración de la escena y, una vez presentada la crueldad gore del enfrentamiento, enseguida pasa al blanco y negro. Ahora que el rojo-sangre ya no molesta podemos disfrutar de la acción en sí misma, de las acrobacias imposibles típicas del género y de la coreografía -según dicen este recurso lo utilizó para que no le censuraran la cinta en los EEUU por explícita, y que la versión japonesa es toda en color, pero aún así a mí me parece un acierto estilístico el uso del b/n-. Como punto final, ya en color, Tarantino nos deleita con un escenario ideal de un jardín nipón nevado donde culmina el enfrentamiento entre las protagonistas. Como he dicho, un goce visual.

En la segunda parte, la obligada necesidad de explicase, y de no saturarnos con eternas escenas de acción, nos lleva a una película de corte más clásico, donde se cuenta una historia, se encajan las piezas de la anterior y se pone todo orden. Al vol.2 lo caracteriza más la sutileza, tanto en las escenas de acción, que son mínimas y cada una se resuelve de una forma tan distinta y original como rápida; como en los diálogos: se dice poco, pero lo poco que se dice dice mucho. Desde la historia de Pai Mei y "los 5 puntos de presión para estallar un corazón" -que para mí, además de una referencia a las pelis frikis de kung-fu, es una metáfora exquisita-, hasta el diálogo en el que Budd le pregunta a Elle: "which "R" are you filled with: Relief or Regret?", el cual justifica plenamente el epílogo final, que hasta que caí en la cuenta siempre me pareció innecesario, ya que en mi opinión rompía el clímax dramático. Ahora no, claro, ahora creo que precisamente esos detalles tan sutiles -anteriormente Tarantino siempre ha sido mucho más explícito, el cambio es de agradecer-, son los que le dan a los personajes un toque algo más profundo de lo que parecen a simple vista. ¿Quién dijo que eran planos?

Creo que Kill Bill tiene todos los elementos para ser una película de ésas que se disfrutan de principio a fin. Una heroína buscando justicia/venganza, un trasfondo mitológico, un homenaje a las películas del género desde el respeto y la admiración, pero a la vez desde un punto de vista irónico y cómico -con ese humor a veces tan negro marca de la casa-, que hacen que el espectador no se la tome del todo en serio y pueda disfrutarla como lo que es: un grandioso espectáculo. Y sobre todo una lección de dirección, de técnica, de ritmo y de recursos cinematográficos. No dudo que Kill Bill será -si no lo es ya- de obligado visionado y materia de examen en toda escuela de cine que se precie.

miércoles, julio 12, 2006

El cine de Woody Allen es como todo lo demás

Estamos de enhorabuena, La 2 está haciendo un ciclo de Woody Allen todos los miércoles de este verano. También es cierto que lo hacen de vez en cuando -yo recuerdo ciclos de Allen en la tele desde que tengo uso de razón-, pero aún así siempre es una buena noticia. Y es que todavía hay mucha gente que no conoce el cine del que es, posiblemente, el mejor director vivo que hay en la actualidad -y no digo el mejor de todos los tiempos porque hoy no me siento muy valiente-, y este tipo de ciclos siempre ayudan a darlo a conocer a las "nuevas generaciones".

El problema que yo le veo es la elección de las películas que se van a emitir, ya que se centran en las de la última década -de mediados de los 90s hasta ahora-. No es que las de esta etapa sean malas, pero sí son, en general, más ligeras que la mayoría de las anteriores; y quizá para darlo a conocer no sean los mejores ejemplos. Por otra parte entiendo que los clásicos de Woody Allen ya se han proyectado mil y una veces en incontables ciclos anteriores, y que quizá muchas de las películas anunciadas para éste no se habían emitido antes en la televisión pública.

Pues bien, aprovechando que el Tajo pasa por Pisuerga, voy a hablar de esta última etapa del cine de Allen que, como ya he dicho, no es la mejor, pero tiene sus momentos. Y es que buena parte de la producción del cineasta neoyorquino de los últimos años ha dependido de un contrato con Dreamworks - la productora de Spielberg-, que, entre otras cosas, le revisaba los guiones antes de aprobarlos. Lo que ha sido una de la razones, una vez finalizado el contrato, de venirse a rodar a Europa donde, además de hacerle estatuas, le dejan total libertad.

Esta etapa yo la encuadro entre Celebrity (1998) -que se emite hoy en La 2- y Melinda y Melinda (2004) -ambas incluidas-, pero, ya que la pusieron en el ciclo la semana pasada, voy a empezar hablando de Desmontando a Harry (1997), aunque para mí no es la primera de una etapa, sino la última de la anterior, pero bueno.

En mi opinión Desmontando a Harry es la última gran película de Woody Allen -que me perdonen los fans de la reciente y excelente, aunque algo sobrevalorada, Match Point-. Una Obra Maestra -las mayúsculas son a caso hecho- en la que el director está en su mejor momento, con un guión inteligentísimo a la par que divertidísimo, basado en un homenaje a Fresas Salvajes, el clásico de Ingmar Bergman -esto lo descubrí recientemente al ver la película del director sueco-. El montaje, muy en su línea pero yendo más allá, nos transmite a base de continuos cortes y saltos, el caos y la inestabilidad de su protagonista -encarnado por el propio Allen-; y los efectos especiales, cosa poco común en su cine, sirven también para hacer chistes tan inteligentes como hilarantes, como en el que Robin Williams está "desenfocado". Una película genial que recomiendo encarecidamente.

Tras ésta rodó Celebrity, una de las más flojas en mi opinión, no porque la película sea mala, sino porque Kenneth Branagh no convence en un papel hecho a la medida del propio Allen, y que seguramente no interpretó él mismo porque era para una persona mucho más joven.

A Celebrity le sigue Sweet and Lowdown -traducida en España por Acordes y Desacuerdos, sin comentarios-. Sean Penn está estupendo en lo que, para mí y a pesar de algún que otro chiste ocasional, es una de las películas más dramáticas del director neoyorquino, de las que más me llegan -quizá porque el protagonista es un guitarrista y un gilipollas-. La escena en la que rompe la guitarra me parte el alma.

A partir de aquí comienza el contrato con Dreamworks. La primera película, Granujas de Medio Pelo, es entretenida y divertida, pero inusualmente ligera, lo que nos indica por dónde van a ir los tiros con la productora propiedad del ñoño de Steven Spielberg. La Maldición del Escorpión de Jade es, siguiendo esta misma línea, divertidísima y sin duda la mejor de esta etapa. Tras ella nos presenta Un Final Made In Hollywood, una película muy divertida llena de gags hilarantes pero en la que comente el error de hacerla demasiado larga, un error que él mismo había criticado otras veces cuando decía que "no había ninguna razón para que una película durara más de 90 minutos", a lo que por cierto se ciñó durante muchos años, pero se ve que aquí se le olvidó. Lo mejor de Hollywood Endings es sin duda el final, al que aún sigo dándole vueltas y dudando de si se reía con nosotros o de nosotros -los europeos-.

La última película con Dreamworks fue Todo Lo Demás, protagonizada por una estupenda, y crecidita, Christina Ricci -Miércoles en La Familia Adams-. No tan superficial como las inmediatamente anteriores, pero en la línea ligera que le marca la productora. A mí me gustó bastante, y de ella me quedo con la frase que le da título: "La vida es... como todo lo demás".

Esta etapa la cierro con Melinda & Melinda, interesante film, pero posiblemente la peor de sus películas en muchos años. Ciertamente recomendaría cualquier otra antes que ésta. Afortunadamente la nueva etapa europea de Woody Allen no ha podido comenzar mejor con la estupenda Match Point, en la que el director vuelve a su cine más serio. Ahora nos queda esperar hasta otoño para el estreno en las salas españolas de Scoop -aún sin título traducido, veremos qué sorpresa nos dan-, película que parece que va a ser otra comedia al más puro estilo Allen y en la que repite con Scarlett Johansson además de volver a encarnar él mismo un papel protagonista.

La mayoría, sino todas, de las películas de esta última etapa que he comentado ligeramente aquí, se podrán ver en el ciclo de La 2. No dejéis de verlo aquellos que no conozcáis bien el cine de Woody Allen, porque merece la pena. Y si os gusta no dudéis en revisar los clásicos, porque encontraréis verdaderas joyas y obras maestras, a las que ya les iré dedicando en el futuro sus respectivos post.

Sólo para hablar de Annie Hall correrán ríos de píxeles.

miércoles, julio 05, 2006

Manderlay

El otro día vi por fin Manderlay, después de los dolores, porque, efectivamente, dicha película no ha sido estrenada en los cines de mi ciudad. Luego habrá quien se queje porque la gente no va al cine, pero es normal buscarse alternativas cuando la oferta es tan pésima. Y yo vivo en una gran ciudad, aún me puedo dar con un canto en los dientes.

Bueno, vamos al grano: me decepcionó. En resumidas cuentas es el mismo patrón de Dogville pero sin la novedad, sin una trama tan interesante y sin la presencia interpretativa de Nicole Kidman -no es que Bryce Dallas Howard lo haga mal, pero vamos, no hay color-. Cierto es que, apesar de sus más de dos horas de duración, no se hace pesada y se deja ver, que el oficio que tiene Lars von Trier se nota. Pero me pareció bastante insulsa, apesar de que el mensaje, la moraleja del cuento, que el director nos quiere transmitir no deja de ser polémico e interesante. Sin meterme a destripar el argumento para no chafársela a nadie, sólo diré que me recuerda a aquel verso de Silvio: "¿hasta dónde debemos practicar las verdades? / ¿hasta dónde sabemos?".

Pero en definitiva no hace más que seguir la línea de Dogville -en teoría eso tiene su sentido ya que es una trilogía centrada en el mismo personaje protagonista, Grace, y de la que aún queda otra entrega-, y aunque tiene sus puntos a favor es la primera vez en mucho tiempo que me decepciona una película de von Trier. Porque sus últimos films, desde Rompiendo Las Olas hasta Dogville, me han parecido todas ellas obras maestras, y siendo sincero, creo que aquí ha pinchado.

El problema que le veo a Lars von Trier es que es un director demasiado guay como para permitirse un fracaso, porque puede ser presa fácil de todos los que le tiene ganas desde hace tiempo. Me explico. Todo ese rollo pedante del Dogma 95 que se inevntaron él y su amigo Thomas Vinterberg -cuya primera muestra fue la excelente Celebración de este último-. siempre me ha parecido una gilipollez. Ponerle normas al arte y autolimitarse me parece un despropósico sólo explicable si el fin no es hacer buenas películas, sino tirarse el rollo e ir de cineastas guays por la vida.

Pero entonces, si lo del Dogma es una tontería, ¿cómo es que estos directores han sobrevivido a él y hasta han tenido éxito? La respuesta es muy sencilla: saltándoselo. Efectivamente, las mejores películas de estos directores las han hecho violando las reglas que ellos mismos se habían autoimpuesto. Y lo cierto es que, salvo excepciones, como la estúpida y pseudoporno Los Idiotas, las películas de von Trier eran tan buenas que no nos quedaba más remedio que quitarnos el sombrero y tragarnos la chorrada del Dogma.

Sin embargo ahora estoy cambiando de opinión y estoy empezando a pensar que están de capa caída. El primer ejemplo que me hizo pensarlo fue la película de Vinterberg Dear Wendy con guión de Lars von Trier: una tomadura de pelo en un escenario casi tan minimalista como el de Dogville. Luego vi 5 Condiciones, una especie de documental/ensayo experimental sobre un corto del director Jorgen Leth. La premisa es interesante -también jugando con las restricciones y las normas, y hasta dónde se puede llegar con ellas-, pero el resultado es una paranoia a la que supongo que sólo ellos le verían la gracia.

En cualquier caso ninguna de ellas era un auténtico proyecto personal de Lars, y yo esperaba con ansia el extreno de Manderlay -hubiera ido a verla al cine si se hubieran dignado de proyectarla en mi ciudad-. Y la decepción no ha podido se mayor. No es mala, claro, pero comparada con otras del director, o simplemente, con la propia Dogville, primera parte de la trilogía, se queda en una obra muy menor.

Por supuesto veré la tercera parte, pero o remonta o lo bajo del pedestal de mis directores favoritos. Dicho está.

sábado, junio 24, 2006

Aunque la musa se vista de seda v.2.0

Escuchando el nuevo disco de Muse tengo la decepcionante sensación de que esto ya lo he oído antes. Y no está mal, tiene buenos temas desde luego. Pero se repiten.

Cuando oí su anterior disco, Absolution -el mejor que tienen hasta la fecha, sin duda-, recuedo que dije dos cosas. La primera que tanto el grupo como este disco en concreto eran muy, pero que muy, buenos. Con temas como Time Is Running Out, Sing For Absolution, Falling Away With You o Thoughts of a Dying Atheist marcaban una trayectoria ascendente que los situaba en lo más alto del panorama musical actual -dejando a un lado a las vacas sagradas del mundo de la música, claro-. La segunda cosa que pensé fue que sí, que muy bien por ellos, pero que se copiaban a sí mismos demasiado, y que si no daban un giro a su estilo y su sonido para dotarlo de más variedad, experimentación o, simplemente, para explorar nuevos caminos, acabarían estancándose y aburriendo al personal.

Desgraciadamente creo que es lo que va a pasar con este nuevo disco que, en una primera escucha, parece una recopilación de caras b de Absolution: más de lo mismo. Y para mí es una auténtica lástima, porque yo tenía muchas esperanzas en lo que, hasta ahora, era uno de los grupos comerciales con mayor calidad surgidos recientemente.

Recuerdo que la primera vez que los escuché fue con su tema Muscle Museum de su primer disco Showbiz, y que me llamaron mucho la atención. Pero también es verdad que en aquel momento pensé que no sería más que el típico grupo de niñatos tan de moda entonces -y ahora-, y que no darían más de sí. Por supuesto, cuando escuché el disco entero cambié de opinión por completo.

Muse tienen mucha miga, concentrada toda ella en su líder Matthew Bellamy. Él es el compositor de las canciones y multi- instrumentista de un más que aceptable nivel -tal y como está el panorama hoy día podríamos decir sin temor a equivocarnos que técnicamente está muy por encima de la media-, ya que toca las guitarras y el piano y teclados con bastante soltura. Pero lo que más llama la atención al primer momento es su voz y su forma de cantar, que es capaz de elevarla hasta las alturas con su falsete tan característico, y de realizar saltos de intervalos increíbles, a lo que estamos muy poco acostumbrados en el mundo del pop-rock.

Pero la baza que tiene Muse es que han sabido combinar ese virtuosismo con canciones de bastante buen gusto, lo que les ha llevado directamente al éxito. Pero una escucha más detenida de sus discos, un buceo en profundidad en ellos, nos hace darnos cuenta de la complejidad de algunos de sus temas y de lo en serio que se toman la musicas estos chicos.

Sin embargo, como he dicho antes, su nuevo trabajo, Black Holes And Revelations, aunque mantiene en general todas las virtudes del grupo es, para mi gusto, demasiado continuista y aburre ya un poco. A pesar de eso tiene muy buenos temas, como el primer single Supermassive Black Hole o, la que de momento es mi favorita, Starlight. Pero la mayor parte del resto del disco se pierde en la monotonía y en algunas aventuras latino-flamenco-mexicanas que quizá por ahí puedan sonar exóticas, pero que para un oído español suenan un tanto ridículas.

Que nadie se confunda con mi crítica a su último disco: sigo pensando que son geniales y que, a pesar de que Black Holes And Revelations es un claro bajón, todavía tienen el suficiente futuro por delante como para darle un vuelco hacia delante a su carrera. Espero que empiecen a plantearse que necesitan un cambio de dirección.

Para quien no los haya escuchado en profundidad recomiendo el Absolution que es una obra maestra, o su primer disco, Showbiz, que está realmente bien.

Nota: La versión 1.0 de este post era más crítica con el nuevo disco, pero como lo he estado escuchando mientras escribía tengo que reconocer que le estoy cogiendo el punto. Igual en breve actualizo el post a la versión 3.0 para decir que es una obra maestra. Quién sabe.

jueves, junio 22, 2006

A quién se le ocurre...


lunes, junio 19, 2006

Fundamentales

Los Pet Shop Boys tienen nuevo disco, lo cual es la excusa perfecta para escribirle un post a este excelente grupo de música tecno-pop. Los chicos de la tienda de animales llevan veinte años, que se dice pronto, sacando discos y, lo que es más importante aún, manteniendo el nivel durante un periodo tan largo, que es lo más difícil.

Ellos lo tienen claro: hacen música disco. Lo cual les ha generado una legión de fan incondicionales que los adoran, sobre todo entre el público más afín al pachangueo y las discotecas y, por estas y otras cuestiones, entre la comunidad gay, de la cual son uno de los iconos más representativos. Sin embargo esta definición de "disco" tiene un efecto diametralmente opuesto entre la gente más "guitarrera", entre la cual los PSB son sinónimo de lo peor de lo peor. Por mi experiencia ésta suele ser una opinión llena de prejuicios y fruto de la ignorancia.

Ni tanto ni tan calvo. Me explico. Con respecto a este grupo siempre me he sentido un bicho raro porque, si bien siempre me han gustado, es cierto que difícilmente tolero sus excesos pachangueros. Lo que hace que me gusten menos aquellos discos que más alaban sus fans y, en cambio, para mí los mejores son aquellos que los mismos fans critican por "flojos". Y es en este tipo de discos donde encontramos auténticas joyas de música electrónica que, en muchos casos, a la misma vez son piezas de una gran sensibilidad.

Y es por ello que soy un fan incondicional, aunque irónicamente mi opinión sobre sus discos suela ser la opuesta a la de sus seguidores más típicos. A la misma vez, defender a los Pet Shop Boys en mi entorno me ha acarreado más de una mirada cargada de condescendencia en el sentido de: "pobre ignorante de la vida, qué poco entiendes de música". En fin, no pasa nada, estoy acostumbrado a predicar en el desierto.

Y es que los PSB engañan por ese empeño suyo de autodefinirse como "música disco". Lo cual es literalmente cierto en muchos momentos, pero no en todos. De hecho, entre disco y disco de pachanga, podemos encontrar álbumes enteros que se caracterizan por un tempo lento y unas melodías evocadoras y románticas, en mi opinión, de una calidad tremenda.

Si una cosa los caracteriza como grupo, dentro de su estilo, es la variedad. No tienen dos discos iguales. A su disco de debut Please, con temas inolvidables como Suburbia, le siguió Actually, que los lanzó al éxito y los consolidó como algo más que una moda. En este último encontramos temas con los que nos hemos criado casi toda mi generación, como It's a Sin, Heart o What Have I Done to Deserve This; pero también hay otros como Rent o It Couldn't Happen Here que a mí aún me ponen la piel de gallina, y que hacen de Actually un disco casi perfecto.

En el 88 sacan Introspective, un álbum que rompe con los anteriores por dos cuestiones. Primero porque esta vez se decantan claramente por la música disco más pura, y en segundo lugar porque arriesgan con un álbum de sólo seis temas, tres por cara, cada uno de una duración en siete y nueve minutos. Tiene sus canciones. Como la supongo conocida por todos Domino Dancing, o la para mí más interesante, Let to my Own Devices. También cabe destacar It's Alright tema que, en una versión más corta, creo recordar que ya habían interpretado antes los Eighth Wonder. Y es que los Pet Shop Boys también se han dedicado a escribir para otra gente. El caso más destacable es el disco Results de Liza Minnelli, también de esa época, que compusieron íntegramente para ella.

La década de los 90s la inauguran con Behaviour, un disco mucho más tranquilo que el anterior y que fue una gran decepción para sus seguidores, que esperaban más pachanga y querían una especie de Introspective II. Sin embargo, a pesar de las críticas, el grupo se decidió por elaborar un álbum mucho más intimista y sentido. Temas como So Hard, Being Boring o Jeaulosy ya son clásicos. Para mí Behaviour es la joya de la corona. Es de ese raro tipo de discos que puedes escuchar de principio a fin, canción por canción, y no cansarte nunca. Ni que decir tiene que está entre los mejores de mi colección. Como curiosidad señalar que Johnny Marr, de los Smiths, colabora con su guitarra en varios cortes del disco. Esta época, en la que iban tan bien encauzados, la culminaron con el single DJ Culture -incluido en un grandes éxitos-, tema que compusieron contra la guerra de Irak.

Cuando sacaron Very, su siguiente lanzamiento, fue un shock para mí. Too much very for me. Me resultaba incomprensible que tras Behaviour, con el que marcaban una línea muy interesante que los colocaba entre los mejores grupos pop de música electrónica, volvieran a la pachanga más disco y bailable. Quizá esa forma de alternar el estilo de los discos sea una manera de reconciliar las dos almas de los Pet Shop Boys, la discotequera y la melancólica; o simplemente que no son inmunes a las críticas de su público por antonomasia; o ambas cosas. Para ser justo he de decir que con el tiempo, una vez acostumbrado al sonido del disco, ha ganado mucho, y que contiene temas realmente interesantes, aunque no están al nivel de lo anterior.

De Very el seguramente el tema que más recordamos todos es la versión de Go West de los Village People. Otra cosa que siempre les ha gustado hacer ha sido versiones, y son bastante buenos en ello. Y es que cuando un grupo no necesita de versiones para tener éxito y singles en los primeros puestos de las listas, se pueden permitir el lujo de hacer aquellas que les apetezcan como y cuando quieran. Ejemplo de ello es cuando se atrevieron con Elvis y su Always on my Mind o con U2 y su Where the Street Have No Name; excelentes versiones las dos -sé que los puristas que estén leyendo esto se estarán tirando de los pelos ahora mismo-.

Los siguientes discos son Bilingual, con un cambio de sonido radical, más tendiendo a lo latino, con algún tema interesante, pero en general mediocre y orientado a las pistas de baile; y Nightlife, que vuelve a un sonido más clásico para los PSB, con aires de primeros de los 90s, y que mezcla canciones melancólicas con otras de un aire más trance, lo cual lo convierte en un disco irregular aunque, como siempre en su carrera, tiene varios temas que mantienen el nivel de lo que son los Pet Shop Boys, como I don't know what you want but I can't give it any more o New York City Boy.

Ya en el siglo XXI editan Release, disco que según tengo entendido ha sido el menos vendido de toda su carrera y un claro fracaso para el grupo. Por supuesto para mí es uno de los mejores, una vuelta a esa música melancólica tan característica suya, lejos del pachangueo discotequero y de experimentos como Bilingual. Sin dejar de ser música electrónica Release está más orientado al pop y en él vuelven a colaborar con Johnny Marr. Temas como Home and Dry, I Get Along, London, Love is a Catastrophe o You Choose están entre mis favoritos. Mención a parte merece The Samurai in autumn, pista que me encanta y que seguramente os suene porque la usan de sintonía de algún programa de televisión o anuncio promocional -no recuerdo exactamente-.

Entre disco y disco los PSB también se dedican a hacer remezclas, tanto de sus propios temas como de temas de otros. Como muestra puede valer la interesante mezcla que hicieron del tema de Rammstein Mein Teil y que aparece en dicho single: Mein Teil (there is no guitars in this mix). Y es que no se puede entender a los Pet Shop Boys si no se entiende su sentido del humor tan inglés. En realidad son unos cachondos, y sólo los que se los toman totalmente en serio pueden llegar a pensar que son una tontería de grupo.

Uno de los proyectos más interesantes en lo que se han embarcado últimamente ha sido la composición de una nueva banda sonora para la película muda de Eisenstein El Acorazado Potemkin. La partitura combina música electrónica con música orquestal, interpretada esta última por la Orquesta Sinfónica de Dresden. Que yo sepa es la primera vez que editan un disco casi enteramente instrumental y sin duda es de lo mejor que han hecho. Lástima que aquellos que sigan cargados de perjuicios con respecto a los Pet Shop Boys no se molesten en escuchar estas cosas, no saben lo que se pierden.


Ahora nos presentan su último disco: Fundamental. Las primeras escuchas me dejan una sensación clara: el sonido es mucho más oscuro -sin ser siniestro, que son los PSB- de lo que es habitual en ellos. Hay un par de temas que recuerdan claramente a Depeche Mode. Las letras, que son una cosa en la que los Pet Shop Boys no destacan mucho, lo reconozco, son más políticas. Por ejemplo el primer single -regularcillo en mi opinión- I'm With Stupid es una crítica a la política de Blair y Bush. En general el disco me está pareciendo normalito, pero aún es pronto para ser categórico. Tiene pinta del típico bajón suyo tras hacer un buen disco como es el caso de Release.

En cualquier caso los Pet Shop Boys son fundamentales para todo aquel que se interese por la buena música de calidad en general, y la música electrónica en concreto; y espero que este extenso post sirva para abrirle los ojos a alguno que otro. Con eso me doy por satisfecho.