Escuchando...

sábado, febrero 25, 2006

Ginastera

Alberto Ginastera era un compositor argentino del siglo pasado. Su música es esencialmente nacionalista, sobre todo en su primera época. Pero en su útimo periodo creativo fue adoptando técnicas compositivas más vanguardistas, en concreto el dodecafonismo.

De este periodo es su concierto para violín, que es el que me ha llevado a escribir este post. Aún siendo dodecafónico Ginastera tiene, desde luego, una una visión muy personal de esta técnica. Yo diría que el concierto para violín está a medio camino entre ese tipo de composición y la música tonal. Aunque quizá inclinándose más a la primera que a la segunda. Esto puede ser lo que hace que su música, aún siendo dodecafónica, sea escuchable, sobre todo para los que tenemos el oído más acostumbrado a la tonalidad clásica. No sé si será por eso o por otra cosa, pero lo cierto es que este concierto forma parte de mi discografía habitual desde que lo descubrí.

Para quien sea más aficionado al progressive rock (no confundir con el progressive del Neng de Castefa) que a la música clásica, decir que el grupo Emerson Lake and Palmer ya en sus tiempos adaptanron obras de Alberto Ginastera. En concreto su primer concierto para piano.

Porque sí, amigos y amigas, hubo un tiempo en el que en el mundo del rock se llegaron hasta adaptar piezas dodecafónicas del mundo clásico. Luego llegó el grunge y nos simplificó mucho la vida a todos.

Llegó Kurt Cobain y mandó parar.

viernes, febrero 24, 2006

Good Night and Good Luck

Otra película que he conseguido ver en mi titánica lucha por ver ciertos estrenos en pantalla grande ha sido Buenas noches y buena suerte (y digo titánica porque ya van tres semanas sin que estrenen Manderlay, y a este paso puede que nunca llegue a las salas de mi ciudad, no sería la primera vez que pasa algo así).

La película de George Clooney se centra en plena caza de brujas, en los momentos en que artistas y profesionales eran sometidos a la mayor persecución por parte del senador McCarthy. La paranoia de este personaje, y por extensión de gran parte de la sociedad norteamericana de entonces, con respecto al peligro que suponía el comunismo llegó a extremos grotescos. Si eras sospechoso de ser comunista perdías directamente el trabajo y cualquier posibilidad de encontrar otro. Con ser sospechoso bastaba, porque no hacían falta pruebas para condenar a alguien. Y más que eso, si un familiar tuyo podía ser sospechoso de haber tenido alguna vez algún contacto con organizaciones obreras tú podías perder el trabajo igualmente, sin juicio, sin pruebas. Ni falta que hacía.

Con este telón de fondo Buenas noches y buena suerte nos narra el enfrentamiento que mantuvieron un grupo de periodistas con McCarthy. Ante las flagrantes injusticias que se estaban cometiendo, y el ambiente de desconfianza y miedo que esta situación estaba generando en todo el país, sobre todo entre artistas y profesionales de la comunicación; un programa de la CBS tomó partido por denunciar la situación a pesar de las presiones y los ataques que cada vez iban siendo más duros y más directos.

Clooney nos narra la historia con un ritmo perfecto y un rigor excepcional. Filmada en blanco y negro es de esas raras excepciones en que el uso de este recurso está plenamente justificado y no es, como ironizaba Woody Allen en su película Celebrity (rodada también en b/n), una forma que tienen los directores pretenciosos de parecer intelectuales. Todo lo contrario. La fotografía es realmente impresionante. El uso de los contrastes y de los juegos de luz dan la sensación de estar viendo cine del bueno, de ése que ya es un clásico incluso antes de estrenarse. El blanco y negro hace que las imágenes documentales de las intervenciones del senador McCarthy se integren perfectamente en la película, dando una impresión general de realidad muy conseguida.

Porque Buenas noches y buena suerte es, en buena parte, también un documental. Un alto porcentaje del metraje está compuesto por documentos audiovisuales originales de la época, incluyendo testimonios de afectados, declaraciones de McCarthy, juicios públicos, etc. Al enfocar la película pensaron que si hacían una adaptación dramática de todo eso, y si al senador lo interpretaba un actor, nadie se creería que realmente se dijo lo que se dijo y las cosas pasaron tal y como se narran. La única forma de que no hubiera posibilidad de duda era integrar en la película directamente las declaraciones de McCarthy dichas por él mismo. Hay veces que la realidad supera con creces a la ficción, y es mucho más increíble.

Hay que reconocer que es valiente abordar de lleno este tema. La caza de brujas es todavía un tema que levanta ampollas en Hollywood. Aún recuerdo el revuelo que se formó hace no mucho cuando se le otorgó a Elia Kazan, infame delator de compañeros, el Oscar honorífico. En aquella ceremonia se visualizó claramente la división de opiniones que aún hoy en día existe en la meca del cine, escenificada por los que se levantaron a aplaudir y los que no. Nunca se me borrará de la memoria la imponente imagen de Nick Nolte sentado de brazos cruzados en señal de protesta.

También es cierto que no es la primera película que se hacer sobre este tema. La novela de Arthur Miller Las brujas de Salem se ha llevado varias veces al cine y la televisión, aunque con poca fortuna en general. En ella Miller, que había sido víctima de McCarthy, basándose en un hecho real hace una metáfora crítica sobre la persecución a la que estaban sometidos. Pero para mí el film más interesante que se ha hecho sobre el tema hasta la fecha ha sido La tapadera, dirigida por Martin Ritt y protagonizada por Woody Allen. Absolutamente recomendable para quién no la haya visto.

Pero la película de Clooney no es sólo una denuncia sobre la caza de brujas, sino que va más allá que eso, es un retrato del mundo de la televisión en sus comienzos. Desde dentro se nos muestra por un lado un tipo de periodismo al que ya no estamos acostumbrados, íntegro y comprometido, un periodismo que actualmente ha perdido la batalla frente a la otra cara de la moneda de la televisión: los intereses económicos. Hecho que, por otro lado, Buenas noches y buena suerte refleja a la perfección. Ya desde los comienzos de la televisión quienes mandaban eran los anunciantes y patrocinadores, y para una cadena siempre será más cómodo y rentable producir programas vacuos de puro entretenimiento que incómodos programas comprometidos.

En el centro de este conflicto de intereses y de todas las presiones se encontraba el periodista y presentador Edward R. Murrow interpretado magistralmente por David Strathairn. No conozco al personaje real en el que se basa su caracterización, pero reconozco una buena actuación cuando la veo. Su presencia en la pantalla, su rostro serio, impertérrito, transmite sin apenas gestos una energía tremenda. A lo que también ayuda, hay que reconocerlo, los primeros planos envueltos en sombras con los que Clooney se recrea. Yo le daba el Oscar al mejor actor sin dudarlo (lo digo sin haber visto Capote, que dicen que Philip Seymour Hoffman, un actor que me encanta, hace un papelón).

En definitiva, me quito el sombrero ante Clooney. Ha hecho un peliculón. Lo cierto es que en su primera película, Confesiones de una mente peligrosa, como director ya apuntaba maneras. La elección de un guión de Charlie Kaufman era toda una declaración de intenciones de por dónde iba a ir su cine y por dónde no iba a ir. En vez de tomar el camino fácil y aprovechar su tirón como guaperas oficial de Hollywood, George Clooney se ha estado embarcando últimamente, como actor y como director, en proyectos muy interesantes. Además de sus dos películas como director, ha participado en dos de las últimas películas de los hermanos Coen, ha protagonizado la nada comercial Solaris, y ahora están a punto de estrenar la prometedora Syriana, en la que encarna a un agente de la CIA, para lo que tuvo que engordar unos cuantos kilos.

No pretendo comparar Buenas noches y buena suerte con Brokeback Mountain, porque no tienen nada que ver, son dos películas muy diferentes. Pero el hecho de que yo las haya visto en el cine tan seguidas hace que no pueda ignorar las sensaciones que me produjeron, y es que con la de Clooney me quedé atrapado desde el primer minuto. Sin tener nada que ver con una película, digamos, trepidante, consiguió tenerme pegado a la butaca. La de Ang Lee, siendo realmente buena como he dicho en el otro post, me enganchó algo menos.

Quién me iba a decir a mí que acabaría hablando tan bien del medicucho guaperas de Urgencias. Lo que es la vida.

jueves, febrero 23, 2006

He was a friend of mine

He conseguido ver 2 de las 7 u 8 películas que me había propuesto. Las razones van desde las más obvias (no hay tiempo ni dinero para tanto), hasta las más inexplicables (hay películas que no se han estrenado en mi ciudad aunque hace semanas que en teoría lo están ya en el resto de España).

Comienzo por la última: Brokeback Mountain. Ang Lee remonta con esta película lo que para mí ya era una caída en picado. Recordemos que sus últimas películas han sido bastante flojas, por no decir malas de la muerte, como en el caso de Hulk. En terreno vedado, como se ha subtitulado en España, es una historia de amor imposible narrada con un temple muy comedido. En ningún momento Lee cae en el efectismo, que sería lo más fácil dada la temática del film, cosa que es de agradecer. Supongo que desde el principio sería muy consciente de que si sonaba sensacionalista en algún momento lo iban a crucificar, y se ha cuidado mucho de hacerlo.

El desarrollo de la película retrata muy bien la doble moral y la hipocresía de una sociedad que condena y persigue la homosexualidad o que, en el mejor de los casos, mira para otro lado. Centrándose en los sentimientos de los protagonistas Lee nos muestra los devastadores efectos que tiene para ellos el no encajar en los cánones aceptables de la sociedad norteamericana de la época, y cómo cada uno, a su manera, intenta sobrellevarlo como puede. No puedo evitar recordar aquella canción de Mecano: una opina que aquello no está bien, la otra opina que qué se le va a hacer. Pues más o menos eso.

(Aprovecho la oportunidad para recomendar la película Fucking Amal, también de temática homosexual. Salvo ese punto no tiene mucho que ver con Brokeback Mountain. El film relata la historia de una adolescente homosexual y de los problemas que tiene por ello, sobre todo al vivir en un pueblucho de mala muerte.)

Por otra parte la película también tiene sus peros. El ritmo excesivamente pausado que Lee suele imponer en sus películas y su tendencia a la dispersión también afectan a Brokeback Mountain. Quizá si no la hubiera visto en cine y lo hubiera hecho, por ejemplo, en televisión, me hubiera costado mantener la atención en ciertos momentos. El tema da para mucho, y la labor de un director precisamente es aprovechar ese filón y enganchar al espectador dejándolo pegado a la butaca. Ang Lee no consigue tener éxito siempre en dicha empresa, lo que es una lástima además de un fallo suyo como director.

Otro detalle fallido de la película es la mala caracterización de los protagonistas en algunos momentos. ¿Dejadez por parte del director? ¿Falta de presupuesto? No sé, pero es una lástima, porque acaba restándole credibilidad en cierta manera a momentos muy emotivos.

En cualquier caso rectifico lo que dije en un post anterior de mis dudas sobre esta película: es un excelente film que no puede dejar impasible a nadie. Nótese en especial las también excelentes interpretaciones de sus protagonistas Heath Ledger y Jake Gyllenhaal. Esperemos que a Ang Lee no se le suba este éxito a la cabeza, y que lo aproveche para retomar el buen camino que yo creía que había perdido.

Hasta que he visto Brokeback Mountain.

lunes, febrero 20, 2006

¿Qué ha sido de Tim Robbins?

Hubo una época en que la presencia de Tim Robbins como protagonista era un sello de garantía para cualquier película. No sólo por lo buen actor que es, sino porque sabía elegir muy bien las películas en las que participaba. Siempre he pensado: "si es de Tim Robbins es que es buena".

Ejemplos no faltan: La escalera de Jacob, El juego de Hollywood, la magnífica Cadena perpetua, El gran salto de los hermanos Coen... Aunque también es cierto que no se puede decir lo mismo de aquellas en las que ha participado como secundario o haciendo apariciones estelares. Ésas son cada una de su padre y de su madre, tirando a malas en general.

Sin embargo ahora parece ser que este hombre ha perdido todo rastro de dignidad y criterio. La única película salvable en la que ha participado últimamente es Mystic River de Eastwood. Pero dicha excepción no hace más que confirmar la nueva regla, que no es otra que: "si es de Tim Robbins mejor te ahorras el dinero del cine".

Haciendo repaso de su últuima época nos encontramos con títulos como Nada que perder o Arlington Road, películas de finales de los 90 sin mayor interés. Con el nuevo siglo encontramos a un Tim Robbins en caída libre. Protagoniza Human nature, horrible fiasco surgido de la unión entre Charlie Kaufman y Michel Gondry (afortunadamente tanto guionista como director se resalcirían con su siguiente película, gracias a la cual pasarán a los anales de la historia).

Otra digna de mención es Código 46, cinta futurista que da otra vuelta de tuerca al rollo 1984 o Farenheit 451. Sencillamente penosa. Su director, Michael Winterbottom, seguramente es el peor director en activo hoy día. Ojalá alguién en un futuro, espero que no muy lejano, le haga su propio Ed Wood, en plan Tim Burton, y podamos ver su trayectoria fílmica con cierto sentido del humor.

El ejemplo más reciente de lo bajo que puede caer Tim Robbins es La vida secreta de las palabras. Hay que estar realmente mal para venirse a España a hacer ese bodrio ridículo. Para mí esto ha sido un antes y un después. Un punto de inflexión que me ha llevado a perderle el respeto que le tenía y me ha abierto los ojos para cuestionarme toda su carrerra reciente.

La próxima película suya que nos viene es Zathura, una aventura espacial. El título lo dice todo. No me cabe la menor duda de que será la confimación de su decadencia.

Para ser justos he de reconocer que como director Robbins tiene películas muy interesantes, pero todas ellas de los 90, como todos sus buenos trabajos.

Con lo que ha sido este hombre... Una lástima.

viernes, febrero 17, 2006

Cómo está la cartelera

Pues sí, cómo está la cartelera. Hace mucho, pero que mucho tiempo, que yo no la veía tan repleta de estrenos interesantes. No sé por cuál decidirme ni por dónde empezar.

De momento por la que más me inclino es por Manderlay, la segunda parte de la trilogía americana de Lars Von Trier. Aunque en ella se siguen las aventuras y desventuras de Grace, esta vez no será Nicole Kidman la que interprete el papel. Se ve que actriz que trabaja a las órdenes de Trier, actriz que no repite. Eso no quita que las últimas películas de éste director me parezcan obras maestras. Así que la pongo en mi lista.

Otra por la que tengo gran interés es Buenas noches y buena suerte dirigida por George Clooney. La cinta al parecer sólo arranca buenas críticas allá por donde pasa. Es la segunda película de Clooney como director, su debut fue con Confesiones de una mente peligrosa. Un biopic con guión de Charlie Kaufman, lo cual prometía bastante pero, sin estar mal, a mí no terminó de cuajarme. A ver qué tal esta vez.

En tercer lugar está Brokeback Mountain. Me han hablado muy bien de ella y la polémica que la precede hace que me vea obligado a saciar mi curiosidad. Pero por otra parte las últimas decepciones que he tenido con el cine de Ang Lee hacen que sea algo reticente. Sin haberla visto, no puedo evitar preguntarme en qué se quedaría la historia si le quitas el elemento polémico, si en vez de ser dos vaqueros homosexuales los protagonistas fueran una pareja heterosexual al uso. Desconfío de que en realidad sólo se trate de un recurso sensacionalista injustificado y que la historia que hay detrás en realidad no sea para tanto. Pero en fin, esto sólo son intuiciones. Me definiré cuando la vea, claro.

Otra que hay que ver es Munich del ínclito Spielberg. Aunque la verdad, no sé por dónde va a salir. Sus últimas películas no me han gustado nada o casi nada. Y esta me suena a panfleto que, aunque ha molestado a algunos, seguramente al final acabará siendo de un film descafeinado y políticamente correcto. No me imagino a Steven Spielberg de otra manera.

Otras películas que quizá tengan algo menos de interés pero que sin duda me gustaría ver, y que están ahora mismo en cartel, son: Crash dirigida por el gionista de Million Dollar Baby, Orgullo y prejuicio de la que también he oido hablar muy bien, Caché de Michael Haneke, del que me gustó mucho La Pianista, pero casi me ahorco a mitad de Código Desconocido; y por último no me desagradaría ver Walk the line, el biopic sobre Johnny Cash.

Una película que estaba entre las que quería ver era Memorias de una geisha. Pero me han dicho que es un petardo con mayúsculas, así que me abstendré de verla en la gran pantalla.

Yo creo que no hay tantos cines en mi ciudad para que estén todas. Seguramente la midad de ellas durarán una semana antes de que las quiten de cartel. Eso si las estrenan.

Es lo que tiene vivir en el tercer mundo de la cultura.

lunes, febrero 13, 2006

How far will you go for a second chance?

El planeta Solaris es una gran masa de agua. Todo él es un inmenso océano. Pero es un océano muy especial, puesto que es un ser vivo, un cerebro que cubre todo el planeta. El hombre lleva décadas desde que descubrió su existencia investigando sus peculiaridades e intentando establecer algún tipo de contacto. Un día, a consecuencia de unos experimentos, los investigadores reciben una peculiar respuesta del planeta.

Con esta premisa Stanislav Lem escribió uno de los clásicos más indiscutibles de la ciencia ficción, con todas las letras. Puesto que en Solaris es tan importante la ficción como la ciencia. El planeta es un personaje más de la novela y Lem desgrana magistralmente el caracter científico de todas y cada una de sus particularidades. Esta es una de las razones por las que se ha convertido en una obra de culto para los seguidores del género.

Pero Solaris es mucho más que una amalgama de tecnicismos salidos de la imaginación del escritor para describir su planeta ficticio. Lem teje sobre esa base de ciencia ficción una fábula en la que reflexiona sobre el sentido de la vida, el ser humano, las elecciones, la culpa, la soledad, el amor, la muerte y hasta Dios.

Aunque reconozco que el libro en su día me encantó y que soy un aficionado a la ciencia ficción, he de decir que a mí la parte más destacable de la novela es la historia de amor de los protagonistas y las reflexiones a las que nos arrastra. Como yo debió pensar Andrei Tarkovsky cuando dirigió la adaptación al cine del libro. La película soviética data de 1972 y se centra principalmente en los sentimientos dejando el planeta Solaris en un segundo plano, como un transfondo del que se insinúa más que se muestra, al contrario que en la novela. Lo cual, si bien desvirtúa buena parte de lo que es y pretende el libro, me parece un acierto a fines cinematográficos. Con casi tres horas de duración la película de Tarkovsky es puro arte en sus planos, su tempo y sus silencios. Gracias a esos recursos consigue transmitir fielmente la sensación de soledad, angustia y culpa del protagonista. También es verdad que tiene muchas coincidencias con 2001 de Kubrick, dando la sensación de que era la 2001 soviética, pero yo creo que eso ahora no tiene importancia, ya que nos queda un clásico incuetionable para los más cinéfilos.

En el 2002 Steven Soderbergh en la dirección, James Cameron en la producción y George Clooney como actor principal se unieron para hacer un remake de la película rusa. Con este trío de hollywoodienses, profesionales de la comercialidad, sólo cabía esperar algún tipo de espectáculo esperpéntico. Sin embargo nada más lejos de la realidad. La Solaris de Soderbergh es una película intimista y claustrofóbica, muy lejos de los cánones de Hollywood, en la que Clooney está realmente bien en su papel. Aunque con una duración mucho menor que la de Tarkovsky la película no pierde, incluso gana, en su forma de reflejar la historia de amor y los sentimientos, aunque quizá sí que pierde lo que de artístico pudiera tener la original. Esta nueva versión de Solaris fue un fracaso comercial, entre otras cosas por una promoción engañosa que dirigió la película a un tipo de público equivocado aprovechando el tirón de George Clooney. Público que inmediatamente se vio decepcionado, aunque yo pienso que desde el principio tanto Soderbergh como Cameron y Clooney tenían claro que nunca sería una película de éxito, y la afrontaron valiéntemente como una estravagancia suya dentro del mundo de Hollywood que les rodea.

Mi opinión es que las tres versiones de Solaris (libro y dos películas) seguirán ganando adeptos continuamente con el tiempo. Cada una por sus propias virtudes.

¿Quién mató a Laura Palmer?

Están reponiendo en Cuatro Twin Peaks a altas horas de la madrugada. En mi opinión deberían haberlo hecho en prime time que, total para la calidad de los programas propios de esa cadena, tampoco hubiera pasado nada.

Si no la mejor, desde luego es una de las mejores series de la historia de la televisión, de las que marcaron época. David Lynch en todo lo suyo. Además la produjo en uno de sus mejores momentos, justo después del éxito de Terciopelo Azul. Esta serie coral con personajes inolvidables consiguió atrapar a los espectadores en torno al mayor misterio de la época: ¿quién mató a Laura Palmer?

Lynch consigue crear una atmósfera personal y original nunca vistas antes en la televisión. Mezcla de misterio, suspense y un fino humor muy en la línea de Lynch. Una vez más nos muestra que detrás de la aparente tranquilidad superficial de la sociedad, personificada en un, en principio, sencillo y aburrido pueblo de montaña, se esconde un mundo de depravación que el director expresa a través de su particular visión onírico-fantástica, como sólo él podría concebir.

Desgraciadamente Lynch descuidó la segunda temporada ya que estaba inmerso en otros proyectos, como la película Corazón Salvaje, y esto llevó a que la serie bajara en calidad. Al final, para sorpresa de todos, la cadena de televisión la suspendió dejando a David Lynch con el culo al aire, como quien dice, y tuvo que terminar los últimos capítulos como pudo.

Al final a Laura Palmer la mataron las audiencias.

Esto degeneró en una de las peores etapas del director. Por un lado Corazón Salvaje que, sin ser mala, desde luego no es una de sus mejores películas. Por otro, enfadado por el cese fulminante de la serie por parte de la cadena, Lynch dirigió la película Twin Peaks (Fuego camina conmigo), con la intención de atar los cabos que habían quedado sueltos en la serie. A mí ésta me parece, seguramente, la peor película de Lynch. Es realmente una paranoia muy rebuscada y quizá, por una vez, sin demasiado sentido. Incluso diría que innecesaria. No sería hasta el estreno de Carretera Perdida varios años después cuando volvería a sorprendernos a todos con otra muestra de su mejor cine.

Viendo Twin Peaks en Cuatro me he sorprendido a mí mismo emocionándome ante la cabecera de la serie. La imagen de las sierras cortando la madera lentamente, con la música del maravilloso tema principal compuesto por Angelo Badalamenti, todavía me pone la piel de gallina. No sé si por la belleza del conjunto, por nostalgia o por ambas cosas.

miércoles, febrero 08, 2006

Sobre Max Bruch

Max Bruch fue un compositor alemán del periodo del romanticismo. En su época parece ser que fue muy famoso y apreciado, pero para mí es de ese tipo de músico que, de tan contemporáneo a su época y de tan ceñido a los cánones de moda, acaba no resistiendo bien el paso del tiempo. De hecho no es demasiado conocido y pocas de sus obras se interpretan aún.

Puede que otros compositores se dieran cuenta de eso ya en sus tiempos. Cuentan las malas lenguas que Brahms se burló de él diciéndole que un organillero que tocaba en la plaza donde se encontraban le había plagiado su última obra. Resumiendo, que era lo que ahora entenderíamos por comercial, le daba a la gente lo que quería oír y poco más.

Pues bien, a pesar de eso no hace mucho que he descubierto su concierto para violín y he de decir que me encanta. Eso sí, romanticismo puro y duro, sin medias tintas. De sus tres movimientos de estructura típica, sobre todo el 2º y el 3º son geniales. Principalmente por la belleza y calidad de sus temas principales. El leivmotiv que es la columna vertebral de la obra aparece en sus tres partes con un brillo distinto en su desarrollo en cada una de ellas, demostrando que Max Bruch sabía muy bien lo que se hacía. No conozco muchas más obras suyas, la verdad, pero igual va a ser una lástima que no estén de moda.

Serialistas abstenerse.

martes, febrero 07, 2006

Asquito dan

Con lo mitónamo que soy yo y siempre acaban cayéndoseme antes o después al fango todos mís ídolos. Todavía recuerdo el día que vi a Dylan tocando ante el Papa. Para echarse a llorar.

Lo último ha sido que Bono, el de U2 no el ministro, ha lanzado una marca de ropa. Por supuesto que esto, como todo lo que hace este hombre, tiene como intención principal fines solidarios. Al parecer un tanto por ciento de los beneficios que dé irán a parar a no-se-sabe-quién. Hecho por el que velarán con mucho celo sus socios Armani y, agarraos, American Express.

En fin... pues a mí como que me suena más al pelotazo publicitario previo a dar el oportuno pelotazo económico. Algo así como el Live 8 del impresentable de Bob Geldof, que se a forrado literalmente gracias a la utilización interesada del término solidaridad. Lo que no me explico es cómo tantos artistas de prestigio se han prestado a eso. Bueno, sí que lo sé: por la pasta.

Bono, con U2, también participó en el Live 8. Además ha sido elegido hombre del año por la revista Time, junto al matrimonio Gates. Ahí es nada. Pues bien, para quien no lo sepa, este personajillo es tan solidario que tiene su domicilio fiscal en Mónaco para ahorrarse impuestos. Los impuestos son eso que se cobra más o menos proporcionalmente (según si la ley es más o menos justa respectivamente) a los ingresos y patrimonio de alguien para invertirlos en la sociedad: sanidad, educación, infraestructuras y un largo etcétera.

Entre las cosas para las que valen los impuestos también se cuenta el dinero que destinan los países para ayuda al desarrollo al tercer mundo. Cierto es que aún no se ha alcanzado el 0'7 en la mayoría de países, pero no es menos cierto que casi todos los países destinan un porcentaje, aunque sea mínimo, y que ése porcentaje es proporcional a los ingresos del Estado, de los que buena parte son por impuestos. Resulta que Irlanda ya de por sí es uno de los países que menos impuestos cobran, de hecho mucha gente sitúa su domicilio fiscal allí para ahorráselos. Pero al multimillonario de Bono, alias solidaridadman, se ve que aún le parecen caros y se va a Mónaco, donde no se paga un duro.

Tampoco está de más recordar que el hombre del año asistió a una cena muy solidaria, pero solidaria con la campaña electoral de Toni Blair. Sí señor, Bono, el que tanto critíca al G-8, apoyó abiertamente a Blair en las pasadas elecciones a primer ministro. Sólo unos cuantos meses después de que Toni Blair se reuniera en las Azores con Bush y Aznar para planificar cómo iban a arrasar Irak y repartirse luego el botín.

Obras son amores que no buenas razones. Y por las obras del señor Bono podemos saber si es realmente el hombre del año, solidario, pacifista y defensor de los derechos humanos que aparenta ser, o es sólo una caradura que va de guay y utiliza su imagen para enriquecerse más de lo que ya lo está, si cabe.

Independientemente de que este hombre me parezca un fantoche, mis más absolutos respetos a U2, que son sin duda uno de los grupos más grandes de la historía del rock.

Para terminar me quedo con las declaracionnes de Armani en la presentación de la colección:

"Lo que me convenció para unirme al proyecto es que es una nueva forma de ayudar a la gente necesitada y que es algo que hace sentir que el comercio no tiene una connotación negativa, que sirve realmente para ayudar"

En fin, después de eso no se me ocurre qué más decir...

Ah, sí. Lamentable también la presencia en el acto de Lou Reed.

lunes, febrero 06, 2006

La Patética

La última sinfonía de Tchaikovsky es, en mi opinión, la más elevada y perfecta de todas sus obras. Me refiero a su 6ª sinfonía en si menor "Patética". Tchaikovsky la emprendió con la misteriosa intención de hacer una sinfonía con programa. Es decir, que toda la obra formaba un todo con un mensaje oculto entre sus notas.

Seguramente, y esto que digo es sólo mi opinión, ese programa o argumento de la sinfonía tenía que ver con algún amor del compositor, quizá no correspondido o quizá sí pero oculto, ya que la homosexualidad de Pyotr Ilyich siempre fue para él un complejo que le martirizó y que se cuidó mucho de ocultar en la sociedad de su tiempo. Otras interpretaciones hablan de que la sinfonía gira en torno al problema de la existencia y la angustia ante el destino, no dudo de que sea así, o una combinación de ambos puntos de vista. Pero yo, personalmente, me inclino más por mi primera opción, y la pista me la da el propio comienzo de la obra.

El primer movimiento se asemeja mucho, en su estructura, a un poema sinfónico suyo anterior: Romeo y Julieta. Prácticamente lo único que lo diferencia es que los temas principales son distintos y, desde luego, más oscuros que en dicha obra. Este movimiento alterna pasajes trubulentos donde desarrolla un primer leivmotiv de lo más oscuro, en algunos momentos con bastante violencia sonora; con otros de alta intensidad lírica y romanticismo donde aparece el segundo tema. No es difícil apreciar la lucha interna que transmite esta pieza y el desasosiego por el amor imposible que la caracteriza, lo que puede deducirse de su parecido con Romeo y Julieta.

El segundo movimiento es un vals. Tchaikovsky era un Maestro de los valses, en mi opinión bastate mejor que Strauss. Pero el vals de esta sinfonía es uno muy particular. Para empezar el ritmo en vez de ser de 3/4 (típico de los valses, ya sabéis, un-dos-tres, un-dos-tres), es de un muy irregular 5/4 (un-dos-tres, un-dos). A pesar de eso el compositor consigue hacer una pieza de una elegancia tremenda sin que su irregularidad de fondo afecte negativamente al conjunto. Lo más característico de este movimiento es cuando aparece el segundo tema. Sobre un bajo continuo se desarolla una melodía de lo más triste, algo insólito en un vals. Cuentan que fue el hermano de Tchaikovsky el que, tras escuchar esta parte de la obra, le dio el nombre de "Patética" a la sinfonía. Este mismo tema, en una variación más lamentosa si cabe, se vuelve a repertir en el cuarto y último movimiento.

La tercera parte de la obra es un scherzo. Tras el elegante, y a la vez triste, movimiento anterior Tchaikovsky aquí despliega toda su energía y maestría en la orquestación. El leivmotiv entra y sale y vuelve a entrar de forma juguetona, como es típico de los scherzos, recorriendo toda la orquesta, para terminar transformarse en una marcha donde por fin el tema principal aparece con toda su brillantez en primer plano, y va in crescendo hasta desembocar en una apoteosis capaz de tirar abajo cualquier sala de conciertos. Quizá Tchaikovsky aquí anticipa una especie de final convencional a su sinfonía, ya que el último movimiento va darle un broche de oro completamente atípico en el mundo sinfónico de entonces.

La sinfonía concluye con el 4º movimiento en tiempo de adagio lamentoso. Para mí es aquí donde mejor se puede apreciar el pathos que transmite esta obra. El uso de los instrumentos de cuerda y, en especial, el uso de las trompas en cierta parte, transmiten los sentimientos de angustia y desesperación como ninguna otra obra clásica que yo conozca. El bajo continuo marca un ritmo prácticamente fúnebre que nos anticipa la vuelta del segundo tema del vals, pero que aquí aparece transformado en un lamento casi inaguantable. Rompiendo con toda la tradición sinfónica Tchaikovsky, en vez de terminar la sinfonía con un in crecendo y un golpe de orquesta como era lo normal, concluye diluyendo este último movimiento poco a poco. La música va descendiendo hacia los registros más graves y apagándose hasta que sólo queda el pizzicato de los contrabajos, los cuales marcan un ritmo lúgubre hasta desvanecerse lentamente en el silencio que pone fin a la sinfonía Patética.

Tchaikovsky dirigió personalmente el estreno de su nueva sinfonía que, a pesar de que ahora está considerada como una de sus indiscutibles obras maestras, fue recibida muy fríamente por la crítica y el público. Lo cual no tuvo que afectarle muy positivamente, teniendo en cuenta la pasión que había volcado en ella. Nueve días después del estreno de la 6ª sinfonía Pyotr Ilyich Tchaikovsky moría. Oficialmente la causa de la muerte fue el cólera, pero las versiones más sensacionalistas apuntan a un suicidio presuntamente por temor a que se descubriera su relación homosexual con un joven aristócrata. Lo cierto es que nada de eso está claro y la tesis del suicidio forma parte de la leyenda.

Dentro de mi gusto por la música clásica del romanticismo, sinfónica y tonal, Tchaikovsky es uno de mis compositores preferidos. Y aunque Beethoven sea el maestro y su 9ª sinfonía la más grande de todas, la Patética de Tchaikovsky es para mí una obra que por su profundidad, sensibilidad, y por ese hondo dolor que transmite con cada nota, no tiene parangón en la historia de la música.

domingo, febrero 05, 2006

Harrypotting

Pues me he empezado a leer los libros de Harry Potter. La verdad es que hace tiempo que me picaba la curiosidad, pero siempre he acabado adquiriendo otro tipo de libros cuando he ido de compras. Los de Harry Potter son más del tipo que te regalan, como ha sido mi caso.

No sé si quizá es porque me agarro a un clavo ardiendo con tal de desconectar mi mente de los exámenes, pero lo cierto es que estoy enganchado. Escritos con un estilo llano, como le pega a la literatura infantil, y con un ritmo adecuado, se dejan leer fácilmente y consiguen atraparte (y eso que sé lo que pasa, que he visto las pelis).

Desde luego que para disfrutarlos hay que tener la mente abierta y aceptar como creíble todo lo que te cuente su autora. Aunque, por otra parte, todos los elementos fantásticos que pueblan los relatos no son más que un grandísimo refrito, a veces sin demasiado sentido, de todo lo que ya ha aparecido antes en ese género de la literatura: varitas mágicas, escobas voladoras, dragones, fantasmas y un largo etcétera.

Me recuerda un poco a Star Wars en el sentido de que aquellas películas eran también un refrito de muchos elementos de la tradición del héroe que lucha contra el mal. De una simplicidad asombrosa en su argumento pero hecho de tal forma, con buen gusto y grandes dosis de imaginación, que consiguieron enganchar a millones de personas. Es decir, que tenían un algo mágico. Y a pesar de su simplicidad y de que no han inventado nada nuevo, los libros de Harry Potter tienen ese algo, esa magia. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y algo tendrá J.K. Rowling cuando se ha hecho de oro.

En fin, que cuando a mí me pica la curiosidad no me resisto. Ya me pasó con el Código Da Vinci, que de tanto oír hablar de él al final cometí el error de perder mi tiempo leyéndomelo (por cierto, para quien no se lo haya leído que sepa que es una bazofia que raya el insulto a la inteligencia del lector). Sin embargo de los libros de J.K. Rowling no puedo, ni quiero, decir lo mismo. He de reconocer que como literatura infantil son excelentes y, más que eso, en mi opinión cualquier adulto, que esté predispuesto a ello, puede leerlos y disfrutarlos perfectamente sin que le chirríe que sean, en principio, literatura infantil o juvenil.

Este tipo de libros son de los que generan grandes amantes de la lectura. Yo, por ejemplo, se lo debo todo a Michael Ende. Por cierto que Ende es otro buen ejemplo de buena literatura infantil. Sus libros son ya clásicos de la literatura (puede que los más pedantes me condenen por lo que acabo de escribir).

Quién sabe, si de niño, en vez de coger La Historia Interminable (y después Momo), hubiera optado por a saber que otro libro igual ahora no sería el lector compulsivo que soy. Siempre he pensado que la afición por la lectura de la gente se determina por los libros que se han elegido leer de joven, y por lo afortunado o no de esa elección. Yo tengo amigos que me han dicho, literalmente, que no les gusta leer, yo creo, simplemente, que no han tenido suerte con los libros que han caído en sus manos.

Resumiendo: si yo me hubiera leído estos libros de crío, o visto las películas (que por cierto son excelentes dentro de su género), me habría pasado semanas enteras jugando a ser Harry Potter.

Lástima que me pille ya tan mayor.

jueves, febrero 02, 2006

Arte contemporáneo en El Mundo

El periódico El Mundo va a publicar una colección sobre arte contemporáneo (publicidad gratuita).

Si es similar a la que sacaron anteriormente sobre "Genios del Ate" tiene pinta de estar muy bien. Los libros son chiquitines pero de contenido no están nada mal. Por lo menos para un profano en la materia como yo. Cada entrega es un monográfico sobre un artista, mitad texto explicativo y mitad láminas (hasta 50 por libro) con sus obras más importantes.

Esta colección me llama bastante la atención porque están mis pintores favoritos, hasta donde yo puedo llegar a entender de pintura, como son Munch, Klimt, Picasso, Kandinsky, Bacon, Dalí...

En definitiva, que están todos los más chulos y Miró.