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lunes, agosto 21, 2006

For a Day or a Lifetime

Aprovechando las rebajas y que ha sido recientemente lanzada en DVD, me he hecho con Barton Fink, la magnífica película de los hermanos Coen. Ha sido un placer revisarla fijándome más en los detalles que la primera vez que la vi y disfrutándola desde la perspectiva de alguien que ya sabe que está viendo una obra maestra.

Barton Fink (1991) es sin duda una de las películas que más destacan dentro de la filmografía de los hermanos Coen, precisamente quizá por ser la menos Coen de todas, al salirse claramente de su línea habitual. De hecho en mi opinión recuerda más a un trabajo de David Lynch. ¿O es al revés, y las películas posteriores de Lynch -como Carretera Perdida y Mulholland Drive- tienen algo de Barton Fink? En cualquier caso, a diferencia del cine de Lynch que siempre me parece un puzle donde todas las piezas acaban encajando a la perfección -sólo hay que dar con la clave-, la película de los Coen, a pesar de poder apreciarse fácilmente su coherencia interna, deja a mi entender completamente abiertas todas las interpretaciones posibles. Y quizá eso la haga más fascinante aún.

La película, lejos de ser una historia plana, se puede entender a distintos niveles paralelos. En primer lugar quizá el más obvio sea la ácida crítica a la industria de Hollywood y a las grandes productoras de cine, las cuales matan la inspiración de los escritores para crear productos en serie de nula calidad artística los cuales, en su mayoría, acabarán en un cajón. De hecho según he leído el personaje de W.P. Mayhew en la película está inspirado en el propio William Faulkner, que acabó también escribiendo guiones para Hollywood.

En el siguiente nivel la crítica no está ya en los estudios que maltratan a los escritores, sino que se centra en los escritores mismos, personificados por nuestro protagonista Barton Fink. Él es el tipo de escritor que cree que tiene una misión, un deber con la sociedad. Su arte es la más excelsa de las artes y él tiene la responsabilidad de aprovechar ese don para servir a aquellos que lo necesitan, al pueblo. Fink se siente capaz de crear un teatro nuevo, "de, por y para el hombre corriente". Pero lo cierto es que está completamente encerrado en sí mismo, elucubrando sobre una realidad con la que no tiene que ver y de la que cada vez está más alejado. Los Coen nos muestran a Barton Fink como un pedante con aires de grandeza que en realidad no es capaz de hacer nada de aquello sobre lo que teoriza. Las escenas en las que se evidencia que Fink no es capaz de escuchar a ese "hombre corriente" sobre el que escribe nos lo retratan como un déspota ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.

Estas situaciones, las grandes aspiraciones de Fink contra la cruda realidad de Hollywood, desenvocan en un choque brutal en la mente del protagonista y que nos lleva a lo que para mí es el meollo de la película: la psique de Barton y su progresiva degeneración. Ante el bloqueo del escritor y la temida página en blanco, ante la constatación de su fracaso en hacer algo sublime viéndose reducido a escribir el guión de una película de serie B, la mente de Barton Fink -inestable ya de por sí según podemos intuir- se rebela y comienza a construir un mundo alrededor suyo del que no tenemos muy claro qué elementos son reales y cuales no. A mi entender en ese proceso cada vez hay menos realidad -aunque toma de ésta los elementos que la forman- y más paranoia, hasta llegar a un punto de degradación donde nada es real y sólo nos queda el propio Fink encerrado en su propia mente, como una condena de por vida.

Claro que esto es solo una interpretación. Como he dicho la película deja abiertas muchas posibilidades. Otra opción a la que le estoy dando vueltas últimamente es la que me recuerda a la idea principal de la película, con guión de Charlie Kaufman, Adaptation. ¿Barton Fink está realmente ido o lo que está haciendo es escribir sobre sí mismo? No acaba de cuadrarme del todo, pero en cualquier caso es una interpretación por lo menos tan interesante y valida como cualquier otra.

No puedo dejar de hablar de las magnificas interpretaciones de John Turturro y John Goodman. Los dos están geniales, pero sobre todo Turturro que llena el papel como nadie. No podría imaginarme a nadie más en el papel de Barton Fink.

Esta película, que comenzó siendo un proyecto paralelo de los hermanos Coen mientras aparcaban -precisamente porque estaban bloqueados- Muerte Entre Las Flores, es para mí la mejor de toda su filmografía. Quizá precisamente porque es la menos Coen de todas, y eso que a mí el estilo Coen me encanta. Pero esta tiene una fuerza visual y argumental que no creo que tengan las demás -incluída El Hombre Que Nunca Estuvo Allí-. Aclamada por la crítica, y arrasando en Cannes al llevarse a la vez la Palma de Oro y los premios a la mejor dirección y al mejor actor, el viaje surrealista por la mente de Barton Fink es una obra maestra imprescindible.

Para ver cienes de veces.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace unos meses, discutía con unos amigos sobre el papel de John Goodman. Todos decían que era "real", y yo insistía: que no, que es un döppelganger, algo meramente simbólico, una suerte de alter ego que viene a representar sus demonios interiores y/o su crisis creativa, bla bla bla...

Da igual, porque lo mires por donde lo mires, es un peliculón y eso de intentar sistemáticamente glosar y racionalizar una creación, no deja de ser un mal vicio, aunque añade niveles de disfrute al asunto , como todo vicio :D

El gran peliculón (entre varios) de los Coen, también para mí. John Turturro siempre ha estado "infra-utilizado", porque aquí lo borda, y lo borda donde lo pongan. Y además, hay guiños que agradecí mucho en su día, como esa parodia sin piedad del genial William Faulkner.

En fin, que estamos de acuerdo en todo, pero no te acostumbres :p