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miércoles, diciembre 03, 2008

How's a fairytale town not somebody's fucking thing?

He visto Escondidos en Brujas dos veces en tres días. Ahí es nada. No recuerdo la última vez que una película me gustó tanto como para hacer algo así. Sin duda es la sorpresa de la temporada. No pretendo exagerar, cosa a la que siempre tiendo; no es el mejor film de la historia, pero, sinceramente, no se me ocurre qué más se le puede pedir.

In bruges cuenta la historia de unos sicarios que tras cometer un crimen tienen que esconderse por un tiempo en la ciudad belga de Brujas. La primera vez que la vi lo hice con cierto escepticismo, esperaba algo normalito, y la verdad que el comienzo no ayudó a cambiar mi opinión. Porque al principio, Escondidos en Brujas parece más un documental de una agencia de viajes que una película que tenga algo más que contar que lo bonitos que son los canales, los edificios y las iglesias de la ciudad belga.

Pero a medida que avanza la cinta el guión va evolucionando hasta que te atrapa de manera irremediable. Para sorpresa mía. Tanto es así, que tras verla del tirón no pude parar de darle vueltas a los detalles y a ciertos chistes, hasta que me dije: tengo que verla otra vez.

Y la segunda vez sirvió para confirmar que quizá estemos ante una de las mejores películas del 2008 -entre las que yo he visto, claro-. Lo cierto es que en el segundo visionado me reí a carcajadas, ahora que sabía a qué tipo de película me enfrentaba. Y es que In Bruges es una comedia negra con un sentido del humor muy muy fino, y algo inglés. La cinta está plagada de chistes poco explícitos, que se dejan caer sin darles mayor desarrollo, de forma que para pillarlos a veces hay que estar muy atento.

Y todo eso es gracias a un guión inteligente y muy elaborado, casi coreográfico, en el que todo encaja a la perfección. Un guión plagado de diálogos excelentes que en algún momento pueden recordar a lo mejor de Tarantino o Woody Allen. Y que, aún desembocando en lo que podría ser un típico thriller, no deja de mantener su irónico negro sentido del humor hasta el final.

Todo esto contrasta con el ritmo de la película, que es bastante pausado en general, y con la música melancólica que envuelve gran parte del metraje. No estamos aquí ante un thiller videoclipero para impresionar adolescentes. Y ese contraste es el que puede llegar a confundir a las primeras de cambio sobre qué tipo de película se está viendo, y que sólo se aclara y se puede disfrutar plenamente en un segundo visionado.

Mención a parte merecen los actores que están todos sencillamente perfectos, hasta los secundarios, que también adquieren una importancia fundamental. Colin Farrell lo clava, como ya lo hizo en El Sueño de Cassandra, dejando claro que se está haciendo por méritos propios un hueco entre los grandes. Brendan Gleeson está genial, aunque no esperábamos menos de este actor inglés. Y Ralph Fiennes le da el toque de calidad y la puntilla a toda la obra con una interpretación soberbia. Por último Martin McDonagh, para mí un desconocido, dirige magistralmente esta cinta, a la vez que firma el guión. Habrá que seguir su carrera con mucha atención.

Mezcla de drama, comedia negra y thriller, además de ser un claro homenaje a la ciudad, Escondidos en Brujas es de imprescindible visionado para los amantes del buen cine con un poco de mala leche.

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