Good Night and Good Luck

La película de George Clooney se centra en plena caza de brujas, en los momentos en que artistas y profesionales eran sometidos a la mayor persecución por parte del senador McCarthy. La paranoia de este personaje, y por extensión de gran parte de la sociedad norteamericana de entonces, con respecto al peligro que suponía el comunismo llegó a extremos grotescos. Si eras sospechoso de ser comunista perdías directamente el trabajo y cualquier posibilidad de encontrar otro. Con ser sospechoso bastaba, porque no hacían falta pruebas para condenar a alguien. Y más que eso, si un familiar tuyo podía ser sospechoso de haber tenido alguna vez algún contacto con organizaciones obreras tú podías perder el trabajo igualmente, sin juicio, sin pruebas. Ni falta que hacía.
Con este telón de fondo Buenas noches y buena suerte nos narra el enfrentamiento que mantuvieron un grupo de periodistas con McCarthy. Ante las flagrantes injusticias que se estaban cometiendo, y el ambiente de desconfianza y miedo que esta situación estaba generando en todo el país, sobre todo entre artistas y profesionales de la comunicación; un programa de la CBS tomó partido por denunciar la situación a pesar de las presiones y los ataques que cada vez iban siendo más duros y más directos.

Porque Buenas noches y buena suerte es, en buena parte, también un documental. Un alto porcentaje del metraje está compuesto por documentos audiovisuales originales de la época, incluyendo testimonios de afectados, declaraciones de McCarthy, juicios públicos, etc. Al enfocar la película pensaron que si hacían una adaptación dramática de todo eso, y si al senador lo interpretaba un actor, nadie se creería que realmente se dijo lo que se dijo y las cosas pasaron tal y como se narran. La única forma de que no hubiera posibilidad de duda era integrar en la película directamente las declaraciones de McCarthy dichas por él mismo. Hay veces que la realidad supera con creces a la ficción, y es mucho más increíble.
Hay que reconocer que es valiente abordar de lleno este tema. La caza de brujas es todavía un tema que levanta ampollas en Hollywood. Aún recuerdo el revuelo que se formó hace no mucho cuando se le otorgó a Elia Kazan, infame delator de compañeros, el Oscar honorífico. En aquella ceremonia se visualizó claramente la división de opiniones que aún hoy en día existe en la meca del cine, escenificada por los que se levantaron a aplaudir y los que no. Nunca se me borrará de la memoria la imponente imagen de Nick Nolte sentado de brazos cruzados en señal de protesta.

Pero la película de Clooney no es sólo una denuncia sobre la caza de brujas, sino que va más allá que eso, es un retrato del mundo de la televisión en sus comienzos. Desde dentro se nos muestra por un lado un tipo de periodismo al que ya no estamos acostumbrados, íntegro y comprometido, un periodismo que actualmente ha perdido la batalla frente a la otra cara de la moneda de la televisión: los intereses económicos. Hecho que, por otro lado, Buenas noches y buena suerte refleja a la perfección. Ya desde los comienzos de la televisión quienes mandaban eran los anunciantes y patrocinadores, y para una cadena siempre será más cómodo y rentable producir programas vacuos de puro entretenimiento que incómodos programas comprometidos.

En definitiva, me quito el sombrero ante Clooney. Ha hecho un peliculón. Lo cierto es que en su primera película, Confesiones de una mente peligrosa, como director ya apuntaba maneras. La elección de un guión de Charlie Kaufman era toda una declaración de intenciones de por dónde iba a ir su cine y por dónde no iba a ir. En vez de tomar el camino fácil y aprovechar su tirón como guaperas oficial de Hollywood, George Clooney se ha estado embarcando últimamente, como actor y como director, en proyectos muy interesantes. Además de sus dos películas como director, ha participado en dos de las últimas películas de los hermanos Coen, ha protagonizado la nada comercial Solaris, y ahora están a punto de estrenar la prometedora Syriana, en la que encarna a un agente de la CIA, para lo que tuvo que engordar unos cuantos kilos.
No pretendo comparar Buenas noches y buena suerte con Brokeback Mountain, porque no tienen nada que ver, son dos películas muy diferentes. Pero el hecho de que yo las haya visto en el cine tan seguidas hace que no pueda ignorar las sensaciones que me produjeron, y es que con la de Clooney me quedé atrapado desde el primer minuto. Sin tener nada que ver con una película, digamos, trepidante, consiguió tenerme pegado a la butaca. La de Ang Lee, siendo realmente buena como he dicho en el otro post, me enganchó algo menos.
Quién me iba a decir a mí que acabaría hablando tan bien del medicucho guaperas de Urgencias. Lo que es la vida.
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